Ensayo Generalisimo

Stampa questo copione

Ensayo Generalísimo

Jorge Moreno

Para quienes forman parte de esta realidad inventada

PERSONAJES

EL DIRECTOR de la obra, Badulfo Alberto de los Chopos Erguidos y Pi de la Hondonada Seca.

LEONCIO Tolosa, el actor principal.

SARA Reina, la protagonista femenina.

BRÍGIDA Lima, actriz secundaria.

Doña Engracia Cabrini, LA CABRINI, gran dama de la escena española.

PACO, el regidor.

FILIBERTO*, de peluquería y maquillaje.

ESTANIS*, un tramoyista.

UN NIÑO.

*Ambos personajes deben ser interpretados por el mismo actor.

La obra transcurre durante el último ensayo de una gran producción teatral en la España de los años cuarenta, siglo XX. Al estreno de la misma acudiráel propio Jefe del Estado.

PRIMER ACTO

Un escenario a medio montar. Porciones inconexas de un decorado imposible. Una gran escalera en el centro, presidiéndolo todo. Alguna que otra silla. Ropajes distribuidos de forma anárquica. Complementos. Enormes paquetes desembalados. Caos teatral.

Entra ESTANIS, hombre rudo. Porta un gigantesco re.trato del Caudillo. Recorre el lugar. Parece confuso. Tras un significativo encogimiento de hombros, decide situar el retrato al pie de la escalera. En ese preciso momento, aparece el DIRECTOR, una persona de elegancia anquilosada.

DIRECTOR. (Alarido.) ¡Blasfemia! (Sobresalto por parte de ESTANIS, que suelta de inmediato la imagen de Franco.)  ¡Te pillé, so rojo! ¿Quéestás haciendo con el Sol que ilumina al nuevo             Imperio!

ESTANIS. (Confundido.) ¿Con...? ¿Con qué?

DIRECTOR. (Exuda desprecio.) Con Su Excelencia el Jefe del Estado, el Generalísimo de los                  Ejércitos de Tierra, Mar y Aire...

ESTANIS. Ah. Es que... como ha dicho no séqué... de un sol que...

DIRECTOR. (Lo deja por imposible.) Déjalo. (Firme.) ¿Quéhaces?

ESTANIS. Iba a colocarlo sobre los paneles. Pero... no hay paneles.

DIRECTOR. (A punto de estallar.) ¿Que no hay...? (Se frena. Trata de serenarse.) Vamos a ver si            me aclaro... ¿No hay paneles?

(ESTANIS niega con la cabeza.)

(Le falta la respiración.) ...No hay paneles...

ESTANIS. A míno me lo diga. Yo ya lo sé.

DIRECTOR. (Furia.) ¡Nos quedan veinticuatro horas para el estreno! ¡Veinticuatro horas! ¿Sabes lo        que significa eso?

ESTANIS. Sí: que nos queda un día. (Molesto.) ¿Cree que no he ido a la escuela?

DIRECTOR. Tú... habrás ido a una escuela de los comunistas. ¿Quéte habrán enseñado allí?               (Recapitula.) Ésta es la función del año. Al menos, los periódicos asíla consideran. ¡Y no             tenemos paneles! Bueno... quédigo paneles... ni paneles... ni traje de comendador... ni espadas...   Por no tener... ¡no tenemos ni actores! (Se vuelve hacia el público. ESTANIS permanece inmóvil.)   No teníamos nada. Y, sin embargo, estábamos listos para representar “Hijos de la España

    Eterna”, del insigne dramaturgo nacional Heriberto Fonseca, veinticuatro horas después. Ante el     Generalísimo. La obra más esperada por los circuitos oficiales. Mi pasaporte hacia la definitiva              gloria. (Pausa. Suspira.) Ay; si lo hubiera sabido... Tendría que haberme dedicado a la poesía...       (Se corrige.) No; la literatura es de masones. (Piensa.) Bueno... es igual... A cualquier cosa...          antes que al teatro. El teatro... y la comedia, en especial... están inmersos en una vulgaridad que      me horroriza. Yo pertenezco a la élite de esa España que ahora renace... ¡no a la chusma! (Larga   pausa. Mueve la cabeza de un lado para otro.) Si lo hubiera sabido... (ESTANIS recupera la          movilidad. El DIRECTOR se dirige a él.) ¡Ni actores! ¿Dónde se han metido esas estrellonas?

ESTANIS. (Jocoso.) He mirado dentro de las cajas... por si acaso. (Ríe estruendosamente. La gélida         mirada del DIRECTOR paraliza su explosión de risa. Con cierto temor.) Voy a ver si...

    encuentro   los paneles... (Toma el retrato.) Me llevo al sol que ilumina el imperio ése... (Sale.)

DIRECTOR. (Fuera de sí.) ¡Paco! ¡PACOOOOOOOO!

Surge la figura del aludido. Es joven. Viste de forma sencilla. Aire despistado.

PACO. (Entrando.) ¿Sí, señor director?

DIRECTOR. (Alivio.) Menos mal que te encuentro, felón. ¿Y los actores?

PACO. ¿Los... actores?

DIRECTOR. Los actores. Esas personas que caminan por el escenario y dicen palabras escritas por otras personas que a su vez las han escritor para otras personas distintas. (Irónico.) Parece              complicado... aunque... ya te acostumbrarás.

PACO. (No comprende.) Lo... lo que usted diga... se.ñor... director...

DIRECTOR. ¿Y bien?

PACO. (Consultando unas notas.) La señorita Reina se encuentra... indispuesta...

DIRECTOR. ¿Quéle sucede?

PACO. Alergia al maquillaje, me ha dicho.

DIRECTOR. (Resignado.) Una actriz alérgica al maquillaje... Fantástico.

PACO. La señorita Lima se ha ofrecido para ocupar su puesto.

DIRECTOR. ¡Ni hablar! Brígida es menos expresiva que una alcachofa.

PACO. En cuanto al señor Tolosa.

DIRECTOR. ¿También él?

PACO. Un desmayo.

DIRECTOR. (Incrédulo.) ¿Un... desmayo?

PACO. Sí, pero... usted tranquilo. Él mismo nos ha explicado que le ocurre muy a menudo... Cada           vez que participa en el estreno de una gran producción teatral.

DIRECTOR. (Pausa. Sincero desconcierto.) Es la primera vez que participa en el estreno de una      gran producción teatral.

PACO. (Pausa.) Vaya. Ahora entiendo su sorpresa.

Entra FILIBERTO Viste con una bata blanca. Actitud propia de una persona amanerada.

FILIBERTO. Menudo desastre. Oigh. El pobre chico se ha caído, derrumbado y golpeado... ¡las tres       cosas al alimón! Oigh. Estos hombres... Ya no sois como los de antes. No sécon quépasta os             fabrican, de verdad. Un desmayo... Habráse visto. Esto me recuerda a lo que pasócon Raquel           Meller cuando actuóen Madrid, en el treinta y cinco...

DIRECTOR. ¿La Meller... se desmayó?

FILIBERTO. ¡Nooo! Yo me desmayé... escuchando “El relicario”. (Canta.) Pisa morena, pisa con            garbo, que un relicario, que un relicario te voy a haceeer... (Sonríe.) Fue emocionante.

DIRECTOR. (Sin convicción.) Me lo figuro... (Cambio de tercio.) ¿Se encuentra mejor? FILIBERTO. Oh, sí. El desmayo sólo me duróhasta el final de la actuación.

DIRECTOR. (Enojo.) Iréa ver... A este paso no ensaya.mos ni para el año cincuenta... (Va saliendo. FILIBERTO le sigue.)

FILIBERTO. No se preocupe, señor director. En caso de apuro, yo puedo interpretar algún papel... ¿No le parece? El de aguerrido jefe visigodo me va como anillo al dedo.

Salen ambos. Por el extremo contrario aparece SARA. La cara, cubierta de crema.

SARA. ¡Menuda humillación!

PACO. (Se vuelve.) ¿Qué...? (Repara en ella.) Señorita Reina... (Asco.) Su rostro... es...

SARA. (Alarma.) ¿Cómo estoy?

PACO. (Disimula.) Maravillosa. Maravillosa y original. Al señor director le encantarásu aspecto.

SARA. Es una crema. No soporto el escozor. Yo creía que estaba horrible, pero... si usted opina que         me favorece...

PACO. Por descontado, señorita... Por descontado... Cualquier cosa le favorecería.

SARA. Quégalante. (Otro tono.) Lo dejébien claro en mi contrato: soy alérgica al maquillaje.         Pero... no. Ese amanerado que trabaja en peluquería, ese Filiberto, tuvo que untarme la cara de       potingues. Y pasó... lo que tenía que pasar... Prácticamente me atóa la silla. (Imita a                     FILIBERTO.)    “Órdenes del señor director. Oigh.”(Voz normal.) He salvado la cara de

    milagro. Esta crema hace efecto a la media hora. No quedaráni rastro de granos. Y debe de ser una crema     embellecedora, porque... a usted le gusta.

PACO. (Trata de salir del embrollo.) Bueno... Yo no en.tiendo mucho de... ¿Cómo lo diría?                         ¿Estética? No se fíe de mí.

SARA. Déjese de estética... Hay que guiarse por la intuición.

PACO. Eeeeh...

SARA. Puede que la crema haga que mi rostro parez.ca más rotundo. ¿Me la dejo puesta?

PACO. (No sabe quédecir.) Eeeeh...

SARA. (Ella misma se contesta.) Me la dejarépuesta. Haráque mi presencia resulte contundente.             Sobre todo en la escena cumbre... (Ida.) Doña Jimena se acerca al rey Alfonso y le dice: (Recita.)     “Sabed, mi señor, que una castellana no ceja en el empeño de construir victorias para vos. Ni ella, ni su amado esposo, el noble Rodrigo Díaz de Vivar, ungido por la espada del destino que la          afrenta nos niega.”(Una mediocre interpretación.) Sí. Me dejaréla crema puesta. Nunca he           estado tan segura de algo.

Vuelve el DIRECTOR, acompañado de LEONCIO, un personaje apuesto.

DIRECTOR. (Se fija en SARA, no pudiendo ocultar su desagrado.) ¡Santo Dios! ¿Quées eso?                  (LEONCIO retrocede, se tambalea. Por fin, se derrumba. Ha perdido la consciencia.) ¡Ve lo que ha conseguido, insensata!

SARA. (Perdida.) Pero... Pero...

DIRECTOR. (Mientras atiende a LEONCIO.) ¿Quése ha puesto en la cara?

SARA. Yo... Yo... (Rompe a llorar.) ¡Soy una desgracia.daaa! (Huye, víctima del desconsuelo.)

DIRECTOR. (A PACO.) Vete con ella. A ver si comete alguna locura. ¡Y oblígala a que se quite

    eso! (PACO obedece. LEONCIO va recuperando el aliento.)

LEONCIO. ¿...Dónde... estoy...?

DIRECTOR. (Le da aire con un folleto.) En el teatro, don Leoncio. ¿No lo recuerda?

LEONCIO. Ah... Comienzo a recordar...

DIRECTOR. Es usted actor. Representa la obra “Hijos de la España Eterna”.

LEONCIO. Ajá. Ya me acuerdo. Soy el actor principal.

DIRECTOR. (No sabe mentir.) Eso es... sí.

LEONCIO. (Con firmeza, parece recuperado.) ¡Soy el actor principal!

DIRECTOR. (Dándole la razón de los locos.) Por supuesto... Por supuesto... Nadie lo pone en                  duda...

LEONCIO. (Abatido de nuevo.) El mejor actor del teatro español...

DIRECTOR. S... Sí... Sí, sí...

LEONCIO. (Recuperación.) ¿Sío no?

DIRECTOR. Sí. Evidentemente. Sí.

LEONCIO. (Abatimiento.) Y mi presencia es indispensable en la puesta en escena de la obra, ¿no?

DIRECTOR. (Seguro.) Eso síque es cierto.

LEONCIO. (Se incorpora velozmente.) Entonces... ¿a quéestamos esperando? ¡Vamos! ¡He de                ensayar mi papel! ¿Dónde han ido mis compañeros? ¡Necesito ensayar!

DIRECTOR. Me alegra oír eso. (Alza la voz.) ¡Todo el mundo a sus puestos! ¡Vamos a ensayar!               ¡Ensayo general! ¡ENSAYO GENERAL!

LEONCIO. Un momento...

DIRECTOR. Dígame.

LEONCIO. No lograrémeterme en el papel... si no me visto. Tengo que vestirme.

DIRECTOR. (Hastío.) ¿Es indispensable?

LEONCIO. ¡Por favor! ¡Me niego a ensayar sin la ropa que luciréen la representación!

DIRECTOR. (Respira hondo.) De acuerdo...

Aparecen, por ambos laterales, PACO, SARA– aún con restos de crema en el rostro–, BRÍGIDA –ya vestida para la obra–y ESTANIS. Éste porta el retrato de Franco.

ESTANIS. ¿Dónde lo pongo, jefe?

DIRECTOR. (Nervioso.) Dónde pones... ¿el qué?

ESTANIS. (Refiriéndose al cuadro.) El solete.

DIRECTOR. (Indignación.) ¡Más respeto hacia la egregia figura del Generalísimo Franco!

BRÍGIDA. (A ESTANIS, por lo bajo.) Y lo ha dicho sin respirar.

ESTANIS. Si lo del sol lo ha dicho usted.

DIRECTOR. (Se seca el sudor que mana de su frente.) En los paneles. El Caudillo luce en los

    paneles. Luce en todas partes... pero también en los paneles.

ESTANIS. Pues... los paneles siguen sin aparecer.

El DIRECTOR resopla.

PACO. Señor director, ¿quiere que comience el ensayo?

LEONCIO. No; yo no puedo. Me niego a ensayar sin la ropa de mi personaje.

SARA. Y yo no voy a salir a escena con esta facha.

BRÍGIDA. A míel vestido me queda grande.

Furibundo, el DIRECTOR abandona el lugar.

SARA. ¿Quéle pasa a este hombre?

PACO. La crisis previa al estreno, ya se sabe...

LEONCIO. Por un lado, lo comprendo. Yo, para exorcizar los nervios, me desmayo. Es muy

    simple. ¿Que no soy capaz de controlarme...? …Me desmayo. Me desmayo muchas veces al

    cabo del día. Una tradición. Además, he oído que trae suerte.

Los demás se miran, durante unos instantes.

LOS DEMÁS. (Desmayándose.) Aaaah...

LEONCIO. No; así, no, señores. (Los otros levantan sus cabezas.) Seamos serios. De uno en uno. (Van incorporándose.)

Vuelve el DIRECTOR, como una exhalación.

DIRECTOR. ¡La Cabrini!

LEONCIO. ¿La Cabrini? ¿Aquí?

DIRECTOR. Acaba de llegar. Vamos... ¡Rapidez! Preparémosle el recibimiento que se merece. ¡En          fila!

SARA. ¿Cómo? Deje que me quite la crema, por lo menos.

DIRECTOR. Nada, nada... Asíbastará. La Cabrini es muy excéntrica. Tal vez alabe su maquillaje.

ESTANIS. (Con el retrato de Franco a cuestas.) ¿Y... el cuadro?

DIRECTOR. (Ilusión.) ¡Trae acá! (Lo toma.) La Cabrini es franquista hasta la médula. Le agradarásentir la presencia del Generalísimo. (A PACO.) Sujeta.

PACO obedece. Su rostro queda cubierto por el cuadro.

Todos van situándose en fila, como si fueran a asistir a una recepción. ESTANIS se retira, discretamente.

DIRECTOR. Muy bien. Voy hasta la entrada. Recuérdenlo: admiración. Demuestren su admiración

    hacia ella. No olviden que fue la actriz predilecta de Alfonso XIII.

Se atusa el pelo. Respira hondo. Sale. Silencio. Quietud.

BRÍGIDA. Yo no séquéle ven a esa gorda.

LEONCIO. (Ofendido.) ¿Esa gorda? Esa gorda, como usted dice, señorita Lima, es el referente                artístico de este servidor de usted. Es mi guía en el mun.do del teatro.

BRÍGIDA. (Despectiva.) Asíle va.

LEONCIO. (Enojado.) ¡No le permito...!

SARA. (Trata de serenar los ánimos.) Calma... Calma... No perdamos los nervios. Mantengamos la          calma. No es tan difícil. Respiren hondo... No im.porta el hecho de que mañana estrenemos    “Hijos de la España Eterna”frente a un palco ocupado por el Caudillo. No importa. No importa       que mañana nos juguemos nuestro futuro artístico. No. No importa. No importa que yo vaya a        conocer a doña Engracia Cabrini – la Cabrini –con la cara embadurnada de leche caduca. No         importa eso. No. No importa. (Enloquecida.) No importa. ¡No importa! ¡NO IMPORTA! (Grita.   Resopla. Tiembla. Tratan de controlarla.) ¡No importa! ¡NO IMPORTA! ¡NO IMPORTAAA!

BRÍGIDA. Tranquilízate, querida...

LEONCIO. (Alzando la voz.) ¡Estanis! ¡ESTANIIIS! (Vuelve dicho personaje.)

ESTANIS. ¿Hum...?

LEONCIO. Un tranquilizante para la señorita Reina.

ESTANIS. ¿Un... qué? ¿Un tranquilizante? ¿Quése ha creído que es esto? ¿Nueva York?

SARA. (Ida.) ¿Que... la representación de mañana... va a resultar... un fracaso...? (Alarido.) ¡NO IMPORTAAAAAAA...!

BRÍGIDA. ¿Quéhacemos, entonces?

PACO. (Siempre tras el retrato.) Yo no sénada. Estoy muy ocupado, sosteniendo al sol del

    Imperio.

ESTANIS. Déjenme a mí.

Se aproxima a la susodicha. Le toma la cara con una mano. Eleva la otra, en actitud amenazante. SARA se escurre de los brazos de BRÍGIDA y LEONCIO.

SARA. Es increíble. (Risueña.) Se me ha pasado. ESTANIS. (Mientras sale chasquea la lengua.) Nunca falla...

Vuelve la normalidad a la fila. Silencio prolongado.

BRÍGIDA. ¿Cómo lo lleváis?

PACO. Hombre; te acostumbras al peso.

BRÍGIDA. No hablo contigo, Paco.

PACO. ¿Quéconfianzas son ésas para con el Generalísimo?

BRÍGIDA. (Moviendo la cabeza, como gesto de desaprobación.) ¿Cómo lleváis los papeles?

LEONCIO. Perfectamente. Ardo en deseos de representar esta obra. ¿Cuál es tu escena favorita?             No; déjame que lo adivine... La que tienes conmigo. (Ella asiente.) ¡Lo sabía! (Llevado por la           euforia, comienza a interpretar. Es lamentable.) “Oh. ¿Quées lo que veo? Una doncella erguida         sobre el pedestal de la pureza. Una española henchida por el patriotismo. Oh. El germen de mis       deseos vacuos. (Pausa.) Sabed, señora... Sabed que yo... ¡yo...! ...alzarévuestro honor y el de mi     país por encima de las cabezas de aquellos que pretenden abortar la forja de una nación orgullosa   de su presente. (Brazo en alto.) ¡Arriba España!”(Cambio.) Ahora viene la parte en verso... (Recita.) “Vamos...

    Corred como gamos...

    Vamos, valientes...

    Que España os otorgue

    un beso en la frente.”

Éxtasis. Aplaude sólo BRÍGIDA.

BRÍGIDA. ¡Formidable! Déjame seguir... Va mi párrafo... (Interpreta. Es peor.) “Caballero         hispánico de honores luengos... ¡Caballero! Permitid que os décobijo en el alféizar de la ventana    a través de la cual se contempla el horizonte de esa España que todos anhelamos. Oh, caballero.

Oh, valeroso hidalgo. Permitid que os décobijo en un abrazo de sana compatriota. Permitidme demostrar que en el fondo de mi alma oscura, aún reside la fe de una buena española.”

(LEONCIO aplaude.)

(Continúa. Cambia su voz. Interpreta a un segundo personaje.)

    “Venid, don Ernesto. Venid conmigo. Salvad a quienes os reclaman...”

SARA. (Una mezcla de sorpresa, inquietud y enfado. La interrumpe.) ¡Eh! (Recriminatoria.) ¡Ése             es mi papel!

BRÍGIDA. (Apurada.) Yo... Me he leído muchas veces la obra. Heriberto Fonseca es un autor que           me maravilla. Habréconfundido los papeles. Casi me los séde memoria. (Mirada inquisitiva de SARA.)

(Doblemente apurada.) ...Mmmm... Me encanta la obra. El autor es tan... tan... español.

SARA. (No las tiene todas consigo.) Ya.

Breve silencio. Fila reconstruida.

PACO. La Cabrini se hace esperar...

LEONCIO. (Admirado.) Como buen mito. Es una mu.jer imponente. ¿La conocéis en persona? (No          deja que contesten.) Oh; disculpadme... No recordaba que éste era vuestro primer papel de altura. (Gesto de desagrado en los rostros de BRÍGIDA y SARA.)

(Tono dramático.) La Cabrini... (Normal.) Quédelicia.

SARA. ¿Has actuado alguna vez con ella?

LEONCIO. Por supuesto que sí. ¿Por quién me has tomado? ¿Por un principiante? He actuado con          doña Engracia en múltiples ocasiones.

SARA. ¿Podrías ser... más explícito?

LEONCIO. (Pillado.) S... Sí... Claro... Veamos... (Inventa.) Trabajécon ella en... “Macbeth”.

SARA. (Extrañada.) ¿”Macbeth”? ¿La de “Chaquespeare”? ¡Imposible ! Tengo entendido que la             Cabrini se niega a representar obras extranjeras. Siempre ha defendido el teatro español. En una         entrevista que le hicieron para el “Informaciones”, declaróque las obras que venían de fuera            pervertían el buen gusto nacional.

BRÍGIDA. Es cierto. La he leído. Pero... no salía en el “Informaciones”, sino en el “ABC”. La                 Cabrini es muy suya a la hora de conceder entrevistas.

SARA. Lo mismo da.

PACO. Yo no leo nunca la prensa. En los periódicos hay comunistas infiltrados. Si lo sabréyo...

BRÍGIDA. Chico: y... ¿para quéestála censura?

PACO. Huy. También hay comunistas infiltrados en la censura. Hay comunistas por todas partes. Si         lo sabréyo...

SARA. (Retoma la anterior conversación.) Asíque es im.posible que la Cabrini haya representado   “Macbeth”contigo. Vamos... Ni contigo... ni con nadie.

Tanto SARA como BRÍGIDA sospechan de la historia narrada por el señor Tolosa.

LEONCIO. (Nervioso.) ¿He dicho “Macbeth”? Me habréconfundido. “Martes”... Quería decir “Martes”.

BRÍGIDA. No conozco esa obra.

SARA. Yo tampoco.

PACO. Ni yo. Como no leo.

SARA. ¿De quién es?

LEONCIO. (Sudor frío.) De... ¡...de Marquina! Eso es... Sí.

SARA. (Repitiendo el título de la supuesta obra.) Martes... (A LEONCIO.) Y... ¿de quéva?

LEONCIO (En el colmo del apuro.) Casi... no lo recuer.do... Ha pasado tanto tiempo que... Era una         obra de argumento... complicado...

BRÍGIDA. ¿Y salía en ella la Cabrini? (LEONCIO asiente.) ¿De quéhacía?

LEONCIO. De... mujer...

BRÍGIDA. (Irónica.) Lo supongo.

LEONCIO. No he terminado. (Pausa.) De mujer que... pierde a su marido... en la guerra de... Cuba.

SARA. (Se lo ha tragado.) Quéinteresante. ¿Y tú?

LEONCIO. ¿Eh?

SARA. ¿Quépapel interpretabas?

LEONCIO. (Risita nerviosa.) No me gusta presumir...

SARA. Bah, bah... No seas modesto. ¿Cuál era tu pa.pel?

LEONCIO. Hacía de... caballero andante...

SARA y BRÍGIDA cruzan sus miradas, con extrañeza.

BRÍGIDA. Caballero andante... ¿...en Cuba?

LEONCIO. (Sale del lío como puede.) Os he dicho que era un argumento muy complicado...

BRÍGIDA. (Desconcierto.) Ya veo, ya...

SARA. Quésuerte la tuya, Leoncio. La Cabrini. La dama de la escena española... (Suspiro.) Cuando        me llamaron para el papel de Doña Jimena en esta obra, a punto estuve de volverme loca. Pero...    cuando me dijeron que la Cabrini iba a participar en el montaje... ¡perdíla razón! (Pausa.) Y tú...   ¡has interpretado un papel protagonista con ella!

LEONCIO. (Orgullo.) Sí... Sí... Sabéis que no me gusta presumir, aunque... no puedo negar mi                 condición de estrella. La mismísima Engracia Cabrini me sugiriópara la presidencia del                  Sindicato del Espectáculo. Rehuséla oferta. Por humildad. Pero... si hubiera querido... Una voz        de la Cabrini en este mundillo... es la voz de Dios.

Sonrisas generales. Largo silencio.

BRÍGIDA. Solamente me queda una duda...

LEONCIO. (Seguro de símismo.) Adelante.

BRÍGIDA. Si la Cabrini hacía de mujer que pierde a su marido en la guerra...

LEONCIO. ...En la guerra de Cuba, en efecto...

BRÍGIDA. ...y túinterpretabas a un caballero andante...

LEONCIO. Premio para la señorita. (Ríe.) Parece increíble, ¿verdad?

BRÍGIDA. ¿...Por quéla obra se titula “Martes”?

Nueva incomodidad para LEONCIO. Expectación por parte de las actrices.

LEONCIO. Bueno... Lo de “Martes”es... porque... porque... (Idea algo.) Porque la mujer y el                   caballero se conocen un martes a la salida de misa dominical. (Sorpresa del resto de personajes y del propio LEONCIO. Reacciona con prontitud.) Sí: ya lo sé. No me miréis así. En Cuba son

    muy exóticos. La misa del do.mingo la celebran en martes, porque... porque... ¡yo quésé! El caballero y la dama se conocen un martes a la salida de misa. Ya está. Cosas del autor.

Silencio. BRÍGIDA y SARA se miran. Se encogen de hombros. LEONCIO extrae un cigarrillo de su pitillera, tratando de ganar aplomo.

PACO. (A él.) Oiga...

LEONCIO. ¿Qué?

PACO. No me ha quedado claro si la mujer es viuda del caballero o de un cubano andante... No...

(LEONCIO le golpea, harto.)

    ¡Ay! (Pausa.) Si se va a poner así... es mejor que no nos cuente nada. Quécarácter.

Ruidos provenientes de fuera. Los personajes presentes en el escenario se vuelven. Inquietud esperanzada.

SARA. (Tremenda ilusión.) ¡Ahíviene! (Se atusa el pelo. A BRÍGIDA.) ¿Estoy bien?

BRÍGIDA. (Sardónica. Repara – obviamente –en la crema que inunda el rostro de SARA.) Divina,         querida... Divina.

LEONCIO. (Para sí. Practica un saludo acartonado. Ex.tensión de mano y pronunciada                           reverencia.) “Señora Cabrini... Es un honor para mírecibirla en nombre de esta humilde                 compañía teatral. Beso su mano.”(Un ósculo al aire.) “...Beso sus pies...”(Ídem, aunque                  agachado.) “...Le beso lo que usted quiera... No; no lo tome como un atrevimiento...”(Advierte         que tanto SARA como BRÍGIDA o PACO le observan, atónitos.) (Violento.) ¿Quépasa?

LOS OTROS.- Nada, nada... Sólo mirábamos...

LEONCIO. (Se justifica.) Todo es poco para recibir a la Cabrini... ¡a una actriz de talla                          inconmensurable! ¡A la sílfide del Teatro!

Entra el DIRECTOR. Le acompaña – cómo no–doña Engracia Cabrini, LA CABRINI. Es una mujer oronda y de escasa estatura. Lleva una perrita consigo. Hace gala de un comportamiento soberbio. Un murmullo de admiración recorre el lugar. LA CABRINI dirige una primera mirada –con tintesdespectivos–hacia los presentes. Éstos –salvo PACO, que continúa eclipsado por el retrato de Franco–, le devuelven una ex.presión estúpida. De pronto, LA CABRINI repara en la imagen del Caudillo. Se sobresalta. Alza el brazo. Posición de firme.

LA CABRINI. (Con convicción.) ¡Arriba España!

LOS DEMÁS. (Respondiendo. Saludo fascista.) ¡Arriba!

Breve pausa. LA CABRINI toma una de las patas de la perra y la eleva, imitando su gesto anterior.

PACO. (Nerviosismo infantil.) No veo... ¡no veo!

LEONCIO, con disimulo, aparta el retrato del general.

PACO. (Pausa. Contempla a LA CABRINI. Sonríe.) Esto es otra cosa.

LA CABRINI se relaja, complacida. El DIRECTOR se muestra tenso.

LA CABRINI. (Al DIRECTOR.) Veo que esta compañía cuida la puesta en escena. Bonito detalle el       de la presencia de un retrato del Generalísimo.

DIRECTOR. (Reverencia.) Gracias, señora Cabrini. (Respira. Ha concluido el primer asalto.)          Permítame presentarle al grueso del reparto.

BRÍGIDA. (Por lo bajo, a SARA.) Yo creía que la gruesa en el reparto era ella. SARA. ...Shhhh...

El DIRECTOR y LA CABRINI se sitúan junto a PACO.

DIRECTOR. Aquí... (Se interrumpe. Enojo disimulado.) ¿Quéhaces aquí?

PACO. Soy el regidor. Usted me dijo que era el regidor. Me dijo que mi misión en el grupo era...

El DIRECTOR vuelve a cubrir el rostro de PACO con el retrato del Jefe del Estado. Falsa sonrisa a LA CABRINI.

DIRECTOR. Jóvenes impetuosos... (A PACO.) ¡Largo! PACO. (En pos de la salida.) ¡No lo                    entiendo!

Sale. El DIRECTOR y LA CABRINI, junto a LEONCIO.

DIRECTOR. Señora Cabrini... Le presento a don Leo.ncio Tolosa... nuestro actor principal...

LEONCIO. (Ceremonioso.) Es un placer, señora...

Cuando le va a tomar la mano, para depositar un beso en ella, LA CABRINI recula, escandalizada.

LA CABRINI. ¿Por quién se toma?

LEONCIO. (Chasco.) Eh... Iba a presentarle mis respetos... solamente eso... No era mi intención ofenderla.

LA CABRINI. ¡Un beso en la mano! ¡Vergonzoso! Para que usted lo sepa, caballero... ¡soy viuda!           He jurado eterna fidelidad a mi Pancracio. (Al DIRECTOR.) ¿Quésignifica este comportamiento pornográfico? ¡No he venido aquía ser objeto de ofensa! (Cambio de tono.) Hombre...                       Reconozco que me mantengo atractiva, a pesar del paso de los años, pero... (A LEONCIO.) Ello        no le da derecho a faltarme. Contenga sus ansias, joven.

LEONCIO. (Avergonzado.) Lo... lamento... señora Cabrini.

DIRECTOR. En lo que a mírespecta... también me disculpo.

LA CABRINI. Estábien. (A LEONCIO.) Espero que tenga la cortesía de disculparse en mi                      camerino.

LEONCIO. ¿Có... cómo?

LA CABRINI. (Pícara.) A solas.

LEONCIO. (Atisbo de pánico.) Eh... S... Sí, señora... Lo... haré...

Miradas, presas de desconcierto, entre los demás personajes. El DIRECTOR y LA CABRINI se sitúan frente a SARA.

DIRECTOR. Sara Reina... Nuestra Doña Jimena particular...

SARA. (Inclinación.) Señora... LA CABRINI. Vaya, vaya... Asíque túeres nuestra Doña Jimena,           ¿eh? Te recuerdo que es un papel de gran relevancia. ¿Te sientes con fuerzas para llevarlo a buen    puerto?

BRÍGIDA. (Interviene, de forma brusca.) Por si acaso ella no se siente con fuerzas... me tienen a              mí. (Interpreta. Patética.) “Oh, hados que insufláis en mi sangre el espíritu de lucha de mis             antepasados. Oh, benefactores de la patria...”

Mientras BRÍGIDA recita, LA CABRINI, con un gesto de cabeza, pregunta al DIRECTOR por la identidad de la actriz. SARA, demudada.

DIRECTOR. ...Brígida Lima... En el papel de sirvienta enajenada.

BRÍGIDA. “...Haced que el brío de vuestra espada, noble Cid...”

LA CABRINI. (Interrumpe.) Bien, bien... He oído sufi.ciente. (A BRÍGIDA.) Querida... ¿Nunca has     interpretado un papel protagonista?

BRÍGIDA. (Emoción. Esperanza.) No, señora Cabrini.

LA CABRINI. (Fría.) Menos mal. El teatro no puede haber llegado tan lejos. (Abatimiento de BRÍGIDA. Hilaridad de SARA. LEONCIO, abstraído en sus pensamientos.) (Al DIRECTOR.) Es         lamentable. ¿No hay una actriz más adecuada para el personaje?

DIRECTOR. Verá... señora Cabrini... Hemos probado con varias y... son aún peores.

LA CABRINI. ¿Quéme dice de Concha Castro? Una secundaria de lujo. Resultaría ideal...

DIRECTOR. (Tono de confidencia.) Sí; no lo dudo... Es que... Recuerde que Concha Castro era               militante de la C.N.T.

LA CABRINI. (Exaltada.) ¡Traición!

DIRECTOR. Y como los tiempos han cambiado...

LA CABRINI. Afortunadamente. (Se persigna.) La Castro... en la C.N.T. Impensable.

Entra FILIBERTO.

FILIBERTO. ¿Dónde estáesa leyenda viva de la escena imperial? ¿Dónde? (La ve.) ¡Oigh! ¡La               Cabrini! ¡En persona! (Corre hacia ella.) ¡Con lo que a míme gusta!

Al contrario de lo que ocurriócon LEONCIO, LA CABRINI tiende la mano a FILIBERTO, quien se la besa con fruición, provocando un llamativo ruido.

FILIBERTO. (Separando sus labios de la mano de la actriz.) Oigh. (A modo de disculpa.) Es que...          ya me lo dicen todos: “eres muy pegajoso.”(Risita.) Seráel calor. Y eso que estamos en invierno.    ¡Soy fuego puro! (Nueva risita.) Me hace tanta ilusión que participe en el montaje, señora                Cabrini. Me hace tanta ilusión...

LA CABRINI. (Orgullosa.) ¿De veras?

FILIBERTO. Oigh.

DIRECTOR. (Se seca su frente sudorosa.) El jefe de peluquería y maquillaje.

FILIBERTO. Filiberto Bonanova... para servirla. (Fijándose en la perrita.) Oigh. Pero... ¿qué                   tenemos aquí? (Lanza besitos al animal.)

LA CABRINI. Es Victoria Eugenia. Yo la llamo Fifí... Salvo en los actos oficiales, claro está.

FILIBERTO. Hola, Fifí.

DIRECTOR. (Carraspea.) Señora Cabrini... Si quiere comprobar el estado de los camerinos...

LEONCIO. (Para sí.) No. Camerinos... ¡no!

LA CABRINI. Aguarde. (A FILIBERTO.) Asíque usted es un admirador mío.

FILIBERTO. Por completo. (Jugueteando con la perra.) Hola, Fifí.

LA CABRINI. Y... dígame: ¿quépapel, que yo haya interpretado, le resulta a usted más                      satisfactorio? Desde el punto de vista del público, obviamente...

FILIBERTO. (Un momento de duda.) Mire... Le voy a ha.blar con sinceridad. No domino su                    carrera. A mí, lo que verdaderamente me atrae de la Cabrini... ¡es su pelo! ¡Es que es de lo más...! (No finaliza la frase.) Vamos... ¡de lo más!

LA CABRINI. (Sorprendida.) ¿Mi...? ¿Mi pelo?

FILIBERTO. Oigh, sí. Yo le pondría unas trenzas... así... a lo nórdica. Buf. La sensación de la                  próxima temporada.

LA CABRINI. ¿Usted cree?

FILIBERTO. Lo que le digo. Y a la perrita, a Victoria Eugenia – Fifípara los amigos–, la peinaría al estilo “Arriba España”, que es lo que se lleva. Oigh. Con un lazo rojo y gualda en su cabecita.

    ¡Monísima! Usted, de nórdica, y Fifí... ¡a lo latino! Oigh. Es bárbaro. (Pausa.) ¿Quiere que me              ponga con ella, de prueba?

LA CABRINI. Sí. Se lo agradecería.

FILIBERTO. (Toma a la perrita entre sus brazos.) Ven aquí, Fifí... Te voy a dejar... Oigh. Ni la               Imperio Argentina. (Sale, con la susodicha Fifí.)

DIRECTOR. Señora Cabrini... El ensayo... Es muy ne-cesario.

LA CABRINI. (Soberbia.) ¿Me va a hablar usted a míde lo importantes que son los ensayos? ¡Un           juego de niños! Los ensayos están hechos a la medida de los principiantes. A las glorias                   consagradas –que, por cierto, no somos tantas–nos sobra el ensayo. Basta con mi presencia para    que el patio de butacas se emocione desde la primera hasta la última fila. (Lo visualiza.) Y las            autoridades... El Caudillo... Vibrarán con mi interpretación. (Muestra una actitud                              exageradamente teatral, afectada.) Aunque... si los jóvenes quieren... les permitiréensayar                conmigo. Viene bien que las nuevas generaciones aprendan de los clásicos. (Va hacia una de las         salidas. Gira sobre símisma. A SARA.) ...Mmm... Joven.

SARA. ¿Es a mí?

LA CABRINI. (Asiente.) Me he fijado desde que entré. ¿Quémaquillaje usas?

SARA. Pues... (Duda.) ...Es una... crema...

LA CABRINI. ¿Una crema? Luego te pedirémás detalles. Últimamente ando preocupada por el                  cutis.

SARA. (Halagadora. Sonrisa.) No debería inquietarse. Tiene usted un cutis perfecto.

LA CABRINI. No es para mí. Es para Victoria Eugenia, mi perrita... La pobre aún se pone nerviosa         cuando se trata de un estreno. Y entonces sufre de acné. Acnécanino, creo que es el nombre de

    su dolencia.

(SARA no sabe quédecir... y no dice nada.)

(A LEONCIO.) Recuerde que le espero en mi camerino. (Picardía.) Ha de disculparse... a fondo.

    (Pausa.) Buenas tardes. (Sale.)

DIRECTOR. (Hablando hacia fuera.) Ahora mismo estoy con usted, señora Cabrini... (A los

    demás, en voz baja.) Más admiración... Más admiración... (Sale.)

BRÍGIDA. (Burlona.) Más admiración... Más admiración... (Visible enfado.) Admiración para una            gorda que se presenta el último día de ensayos. Quéprofesional. (Orgullo herido.) Además... ni         ha reparado en mi talento.

SARA. (Dolida. Ataca.) Sí; ya te hemos visto arrastrada por el suelo... ¡interpretando mi papel!                 ¡Delante de ella!

BRÍGIDA. (Retadora.) No puedo evitarlo. Mi propia calidad artística me desborda.

SARA. (Entre dientes.) ...Harpía...

LEONCIO. (Tenso.) Dejadlo ya. Quémás daráeso. (Alarmado.) Comparado con lo que a míme              espera... lo vuestro es una broma. En el camerino... la Cabrini y yo... ¡solos! (Repulsión.)

SARA. (Ironía.) ¿Y qué? La conoces. Has actuado con ella en una maravillosa obra... “Martes”,               creo que se llamaba...

BRÍGIDA. (Imitando a LEONCIO. Tono de burla.) “He actuado con la Cabrini... Era el actor                      principal de la compañía.”(Pausa. Encarándose directamente con él.) Ja. Un caballero andante...          Túno llegas ni a Sancho Panza.

LEONCIO. ¡Un poco de respeto! Soy un actor. Un actor digno. Mi voluntad de triunfo es                        inalterable. Aún me queda el honor.

LA CABRINI. (Desde fuera. Juguetona.) Yujuuuuuuuuuu... LEONCIO. (Desmoronándose.) Ay,           Dios mío... (Voz alta.)

    Ya voy, señora “Cabrona...”(Se corrige.) ...Cabri.niii... (Se santigua.) BRÍGIDA. Valor... ¡y al

    toro! (Jocosidad.) ¿O debería decir... y a la vaca?

Tanto BRÍGIDA como SARA ríen con ganas. LEONCIO sale, cariacontecido.

SARA. Bueno... Voy a retocarme para el ensayo. (Camina hacia un lateral. Se vuelve.) Y tú...         repasa TU papel. ¿Lo entiendes? TU papel. No MI papel. El tuyo. ¿De acuerdo? Doña Jimena

    soy yo. YO. No TÚ. YO.

BRÍGIDA. Québien te expresas... (Picajosa.) Claro... como eres actriz...

Gestos de desagrado, primero de SARA, a lo que responde BRÍGIDA. Salen, por lugares opuestos. Unos segundos. Surge la figura de LEONCIO, quien atraviesa la escena, ocultándose tras una parte del decorado inconcluso. Vestuario revuelto. Aparece LA CABRINI.

LA CABRINI. (Cantarina.) Señor Leoncio... Vuelva... Aún no se ha disculpado del todo.                             Yujuuuuuuuuuuu...

Desaparece. LEONCIO sale de su escondite. Va hacia el lado contrario.

LEONCIO. ¿Actor? Si lo sé... me hago sacerdote. La ilusión de mi abuela.

Toma aire. Sale.

TELÓN

SEGUNDO ACTO

El mismo lugar, unas horas después. Han cambiado muy pocas cosas. SARA, en el centro de la escena, ocupando una silla. FILIBERTO moldea su cabello.

FILIBERTO. ...Y yo le dije: Mira, reina... No me refiero a usted, señorita Reina... Bueno, pues... le          dije: Mira, reina... ¿te has creído que yo me chupo el dedo? Te he visto entrando en la peluquería    del Rodolfo. ¿Quées, que ya no te gustan los moños que te hace tu Filiberto? No pienses que voy a mendigar clientes. (Gesto explícito con las manos.) Así... Asíde clientes me salen. Y... ¿sabe        quéme dijo? No lo adivina. (Risita. Pretende transmitir asombro.) ¡Me dijo que le había dado        por los tirabuzones...! ¡...Y que mis tirabuzones pecaban de sosos! ¡Oigh! ¡De sosos! ¿Cuándo he     pecado yo de soso? ¡Si mis peinados son la alegría de la huerta! Oigh.

SARA. (Que ha prestado sincera atención.) Hay que ver...

FILIBERTO. Hablando de peinados... (Ilusión.) Le voy a hacer uno... Oigh. En plan reina Ginebra...        ¡con reminiscencias de un buen vino tinto! (Ríe con ganas. Ella le secunda.) Un peinado de          reina... ¡para la Reina! (Lo mismo.) Innovar. ¡Innovar! Oigh. (Seriedad repentina en el rostro.) Y    eso que no cuento con medios, que si no...

SARA. Es una lástima, lo de los camerinos...

FILIBERTO. Diga usted que sí. Solicitar diez camerinos para ella sola... Hum. No sé, no sé... La              Cabrini me estáempezando a cargar. El director, que viene y me dice: “Oiga, Filiberto... Que la       Cabrini ha pedido esta salita... para su uso exclusivo...”¿Y yo...? ¿Dónde peino? ¿Dónde                    maquillo? Séque es usted alérgica al maquillaje, señorita Reina, pero... ¡No hay derecho! Ya le       digo: la Cabrini me estáempezando a caer gorda... (Nueva risita.) Huy. Quéchiste tan fácil.           (Carcajada de ambos.) Es una déspota. (Suspiro.) Lo que la salva es su pelo. ¿Usted ha visto qué   pelo tan maravilloso? (SARA asiente.) Ser una estrella es maravilloso... A una estrella todo le            queda bien. Hasta a la perrita de una estrella todo le queda bien. ¿Se ha fijado en el pelo de Fifí?       Oigh. (En tono confidencial.) Me permito el lujo de llamarla Fifíporque el animalillo y un             servidor hemos hecho muy buenas migas.

(Risas.)

    La he dejado monísima... A la perrita, digo... Monísima. He conocido actrices a las que el peinado        que le he hecho a Fifíno les quedaría ni la mitad de llamativo. Yo séver la clase donde la hay... Y   Fifítiene clase. ¿Algunas actrices... comparadas con Fifí? ¡Ni a la suela de los zapatos! (Leve           pausa.) Sí... Zapatos... Porque Fifíes tan tan fina... ¡que podría usarlos con más garbo que Mary        Pickford!

Largo silencio. SARA, pensativa. FILIBERTO, a lo suyo.

FILIBERTO. ...Quérizos se gasta, señorita Reina... Quéenvidia me da...

SARA le sonríe, aunque sin prestar demasiada atención al comentario.

SARA. (Aire meditabundo.) ...Filiberto...

FILIBERTO. Dígame...

SARA. ¿Has peinado a Brígida?

FILIBERTO. (Indiferente.) Ahora vendráa darse los últimos retoques...

SARA. ...Ya...

FILIBERTO. (Advierte preocupación en la actitud de SARA.) ¿Por quélo pregunta?

SARA. (Pausa.) Filiberto... Creo que Brígida me odia.

FILIBERTO. (Finge incredulidad.) ¡No!

SARA. Sí. No hace más que ensayar mi papel por los pasillos, tratando de ganar méritos delante del         director y de la propia Cabrini... No séquépretende... El reparto estáconfigurado. No tiene nada que hacer...

FILIBERTO. Uh. La envidia, que es muy mala conse.jera...

SARA. (Volviéndose.) ¿Crees que mi puesto peligra?

FILIBERTO. Quéva, señorita... (Pausa.) Yo sédistinguir dónde hay clase... y dónde no la hay...                 Como con Fifí. Y usted rezuma clase. Cada poro de su piel es clase concentrada. Y, después de la        Cabrini, su pelo es el de más personalidad en el teatro español. Oigh.

SARA. (Cree en las palabras del peluquero.) ¿De veras lo piensas?

FILIBERTO. Oigh. (Pausa.) Lo sé. (Amplia sonrisa en el rostro de la actriz.) (Con un último                    repaso visual.) Bueno... Esto ya está.

SARA. (Levantándose.) ¿...Un espejo...?

FILIBERTO. (Divertido.) ¿Para qué? ¿No se fía de mi opinión?

SARA. Claro, Filiberto... Claro... (Va saliendo. FILIBERTO prepara la silla para el próximo                    servicio. SARA se vuelve.) Por cierto...

FILIBERTO. ¿Hum?

SARA. Puedes tratarme de tú... Hay confianza...

Leve pausa, aderezada con una risita, por parte de FILIBERTO, y un gesto de complicidad, en el caso de SARA.

FILIBERTO. Ay, boba... No séquéme da...

(Ella sale, despidiéndose con un ademán.)

    ...Adiós, mona... Adiós... (Cuando la actriz ha desaparecido, FILIBERTO gira sobre símismo y           resopla.)

    ...Buf...

Por el lado contrario, surge la figura de BRÍGIDA.

BRÍGIDA. ¿Ya me toca?

FILIBERTO. (Amabilidad ensayada.) Evidentemente, señorita Lima... Pase, pase... Filiberto le va a         hacer hoy un peinado... (Aclaratorio gesto.) Oigh.

BRÍGIDA toma asiento. Él comienza su labor. Pausa prolongada.

BRÍGIDA. Filiberto...

FILIBERTO. (A lo suyo.) ¿Hum?

BRÍGIDA. ...Creo que Sara me odia.

FILIBERTO se detiene. Cansancio.

FILIBERTO. (Incredulidad a duras penas fingida.) ¡No!

BRÍGIDA. Creo que me odia... porque no sabe estar a mi altura. La apabulla mi calidad. Como me he aprendido también su papel...

El peluquero da la impresión de haber asistido a aquella escena en múltiples ocasiones.

FILIBERTO. (Cansino.) Uh. La envidia, que es muy mala consejera...

BRÍGIDA. (Volviéndose.) ¿No opinas que merezco una oportunidad como la suya?

FILIBERTO. (Toma aire. Habla rápido.) Quévaseñorita…

    Yosédistinguirdóndehayclaseydóndenolahay... Yustedrezumaclase...                                                          Cadaporodesupielesclase.concentrada. Ysupeloesprecioso... Bla, bla, bla...

BRÍGIDA. (Cree en él, aunque parezca increíble. Alegría.) ¿Sí?

Mueca en el rostro de FILIBERTO.

FILIBERTO. (Un último repaso visual.) Bueno... Esto ya está. (Se adelanta.) No; no hace falta que          me pida un espejo...

(Sorpresa de ella.)

¿No se fía de mi opinión? BRÍGIDA. (Confusa.) Eeeeh... Sí, Filiberto... Ah...

Se levanta. FILIBERTO la va guiando velozmente hasta la salida.

FILIBERTO. Hala, hala... A repasar la obra. (BRÍGIDA sale, por un lateral. FILIBERTO vuelve al           punto de partida. Hastío.) (Para sí.) Oye... Es que... siempre la misma histo.ria...

BRÍGIDA. (Asomando.) Por cierto... FILIBERTO. (Un atisbo de cólera.) ¡Sí! ¡Sí! Puedo tutear.la...        Hay confianza; lo sé. BRÍGIDA. (Desconcertada.) ¿Cómo has descubierto lo que te iba a decir? FILIBERTO. (Camina hacia ella, con paso ligero.) Ay, boba... No séquéme da... Etcétera,                    etcétera...

(La empuja hacia fuera.)

(Musita. Mueve la cabeza.) ...Mujeres... (Al público.)

    Con lo bien que me llevo con los hombres... y tengo que aguantar a estas locas. Ay. De verdad,             ¿eh? Llega un punto en el que uno... se siente insatisfecho con lo que hace.

(Va saliendo.)

(Mientras sale.) Una peluquería de caballeros, era lo mío... ¡De caballeros!

Sale. Por el lado contrario entran el DIRECTOR y PACO.

DIRECTOR. (Furioso.) ¡No lo entiendo! Por más que me lo expliques... ¡no lo entiendo!

PACO. Podríamos intentarlo sin decorados... (El DIRECTOR se lleva una mano a la frente.) He               oído que en Francia lo han hecho con una obra... No obtuvo ningún éxito, pero...

DIRECTOR. (Ironía.) Eres un lince dando ánimos.

PACO. (No la ha captado.) Gracias, señor director.

DIRECTOR. (Recorriendo el escenario.) ¿Tan difícil es encontrar un decorado con tintes                         medievales, que nos transporte a un ámbito barroco dentro de una atmósfera atemporal y                  sumergido en unos presupuestos históricos basado en...?

(Se interrumpe. PACO le observa, incrédulo.)

    ¿Pido demasiado?

PACO. (Se encoge de hombros como única respuesta. Pausa.) Siempre nos queda el recurso del               cuadro... El retrato del Caudillo... Algo cubrirá...

Silencio. Ahora es el DIRECTOR quien se encoge de hombros.

DIRECTOR. (Asevera, sin convencimiento.) ...Algo cubri.rá... Ve por él. PACO. Enseguida, señor           director...

Sale. El DIRECTOR deambula por la escena.

DIRECTOR. (Para sí.) El Titanic... Esto es... el Titanic...

Entra ESTANIS, portando una caja enorme.

ESTANIS. ¿Y esto? ¿Quéhago con ello?

DIRECTOR. ¿Quées eso?

ESTANIS. Ni repajolera idea.

DIRECTOR. (Escándalo.) ¡Estanis! Que el montaje estéa punto de irse al garete y que los                   responsables suframos de los nervios, no te da derecho a emplear palabras malsonantes. Retira lo que has dicho.

ESTANIS. (Resopla.) Vale, vale... (Una voz burlona.) Ni idea. ¿Quéhago con ello?

DIRECTOR. Déjalo por ahí. (Nervioso.) A partir de ahora, todo lo que encuentres... lo dejas por ahí.        Por ahí. En el lugar que túelijas. Bastante ocupa.ción tengo con... (ESTANIS deja caer la inmensa   caja, que, al contacto con el suelo, provoca un ruido de cristales rotos.) (Desquiciado.) ¿QUÉHACES?

ESTANIS. Usted me ordenóque lo dejara por aquí. Hace unos segundos. ¿No se acuerda? Que lo           dejase por aquí, me dijo...

DIRECTOR. ¡Pero no de esa forma! (Alarma.) ¿Quéhay...? (Corrige.) ¿QuéHABÍA dentro?

ESTANIS. (Caminando hacia una de las salidas. Tono neutro.) Ni repajolera idea.

Sale. El DIRECTOR respira profundamente. Se acerca a la caja dañada, con cautela. Vuelve LA CABRINI.

LA CABRINI. ¿Se va a ensayar... o no se va a ensayar?

DIRECTOR. (Sobresalto.) Señora Cabrini... Claro, claro... Ahora mismo. (Alza la voz.) ¡Ensayo                general! ¡ENSAYO GEN...!

LA CABRINI. (Interrumpiendo.) Un momento...

DIRECTOR. ¿Eh?

LA CABRINI. He de hablar con usted acerca de... (Severa.) ¿Puedo ser sincera?

DIRECTOR. (Servil.) Sí, señora. Sin ninguna duda, señora...

LA CABRINI. (Pausa.) Verá... Es sobre ese actor... Leoncio Tolosa.

DIRECTOR. Nuestro actor principal...

LA CABRINI. El mismo. (Silencio.) Estimo que no es el apropiado.

DIRECTOR. (Un manojo de nervios.) ¿Por... por qué?

LA CABRINI. Es flojo.

DIRECTOR. ¿Flojo?

LA CABRINI. Flojo.

DIRECTOR. ¿Cómo... flojo?

LA CABRINI. Flojo. Muy flojo. Vamos... (Se acerca al DIRECTOR.) Flojísimo. No me convence.                      No tiene empuje. No...

DIRECTOR. (Respiración entrecortada.) Señora... Cabrini... Estamos a menos de veinticuatro                  horas... para el estreno... de este gran desastre... (Solapado enojo.) ¿Qué... quiere... que haga?

LA CABRINI. Que se busque a otro actor.

(El DIRECTOR , abatido.)

    Yo no represento, delante del Generalísimo, con un actor al que considero flojo.

Aparece LEONCIO. Ropa escasa. Cabello revuelto.

LEONCIO. (Repara en la presencia de LA CABRINI.) ¡Ay, Dios mío! ¡No!

Media vuelta. Sale, antes de que su presencia sea advertida.

DIRECTOR. (Suplicante.) Señora Cabrini...

LA CABRINI. ¡No represento! A mi lado, en el escenario, deben actuar hombres... ¡Hombres!                 Españoles de pura raza. Varones con las agallas de un legionario. ¡Hombres!

FILIBERTO. (Entrando. Cantarín.) Señora Cabriniii... LA CABRINI. (Extraordinariamente                   amable.) Dígame, don Filiberto...

FILIBERTO. He terminado con Victoria Eugenia. ¡Estáradiante!

LA CABRINI. ¡No me diga! ¿Dónde…?

 FILIBERTO. Acompáñeme.

(Ambos, hacia la salida.)

    Oigh. Ya verá. Parece una verdadera patriota.

LA CABRINI. ¡Es una verdadera patriota!

FILIBERTO. Una maravilla de animal.

LA CABRINI. Un encanto. Me hace tanta compañía... (Triste.) Desde que me falta mi Pancracio.            Cayódurante la Cruzada contra el comunismo. (Recuerda.) Ah. Señor director... Dentro de poco      llegaráuna caja que contiene dos valiosas figuritas de cristal. Son réplicas de mi Pancracio y de      mímisma. El trabajo de un artesano japonés. Vienen conmigo a todas partes. Envíelas a mi                camerino... a uno de ellos... en cuanto lleguen. ¡No séquéharía sin esas figuritas de cristal!             ¿Comprendido?

DIRECTOR. (Con la mirada clavada en el gran paquete que ha dejado caer ESTANIS.) Sí, señora Cabrini... Se las enviaré... Eeeeh... No obstante... El correo... en ocasiones... falla.

LA CABRINI. En la España de Franco, no falla nada. Y el correo, menos que nada.

Salen FILIBERTO y LA CABRINI. El DIRECTOR permanece junto a la caja, atribulado.

DIRECTOR. (Decidiéndose a husmear en ella.) Madre mía. Dos figuritas de cristal... Dos                        figuritas...

(Entra ESTANIS con una maceta. La coloca al lado de la caja.)

    Estanis... Llévate esta caja...

ESTANIS. ¿En quéquedamos? ¿La dejo aquí... o me la llevo?

DIRECTOR. (Furia.) ¡Llévate la repajolera caja... y lánzala al mar!

ESTANIS. Pero... si aquíno hay mar.

DIRECTOR. ¡Haz lo que te digo!

ESTANIS. Bueno, bueno... (Toma la caja. Va saliendo.) ¿Algún mar en especial? (En voz baja.) No         te fastidia...

Sale, con la caja al hombro. El DIRECTOR, demudado.

DIRECTOR. ¡Ensayo general! ¡ENSAYO GENERAL!

De inmediato surgen las figuras de BRÍGIDA y SARA, vestidas para la representación venidera. A los pocos segun.dos, también entra PACO. Porta el retrato del Caudillo.

BRÍGIDA. (Mirando en derredor.) ...Se... Señor director... Si aún no están puestos, los decorados...

DIRECTOR. No hay decorados.

SARA. ¿Que no hay...?

DIRECTOR. (No le deja terminar.) ¡No hay decorados!

(Enloquecido.) ¡Nuevo teatro español! ¡No hay decorados! ¡No los hay! ¡NO HAY DECORADOS!

PACO. Yo... he traído el retrato de Su Excelencia.

DIRECTOR. ¡NO HAY DECORADOS! (Repentina metamorfosis.) Trae. (Grita.) ¡Estanis! ¡ESTANIIIIS!

Vuelve el requerido. Aún porta la caja.

ESTANIS. (Retador.) ¿Qué?

DIRECTOR. ¿Dónde estabas?

ESTANIS. Buscando un mar, por aquícerca.

DIRECTOR. (Le tiende el cuadro.) Toma. Cuélgalo. (Señala hacia arriba.) En el centro. Que se               vea.

ESTANIS. Pero... ¿la caja?

DIRECTOR. ¡CUÉLGALO!

ESTANIS. (Harto.) Ya va...

Lanza la caja hacia atrás. Toma el cuadro y se encamina hacia la escalera que preside la escena.

DIRECTOR. ¿Y... don Leoncio?

LEONCIO. (Entra, vestido de época, con perilla y un bigote postizos.) Aquí.

DIRECTOR. (Caminando hacia él.) Vaya, vaya... (Rijoso.) Conque... flojo, ¿eh?

LEONCIO. (Extrañeza.) No séde lo que me habla.

DIRECTOR. (Cambio de actitud.) En otro momento...

    (A todos.) Bien, señoras y caballeros... Acto Segundo. Doña Jimena llega al castillo encantado y            se encuentra con el fantasma del guerrero. (En pos de una de las salidas.) Les observarédesde      aquel lateral. Tómense su tiempo, y... adelante.

Sale. Los tres actores van buscando su ubicación, confusos. PACO va junto al DIRECTOR.

LEONCIO. (Mira a su alrededor.) ¿Dónde estáel castillo?

SARA. Me parece que...

BRÍGIDA. ¿Quécastillo?

DIRECTOR. (Desde fuera.) ¡BASTAAAA!

(Entra seguido de PACO, que lleva unas hojas desordenadas.)

    ¿Es que no son capaces de comenzar un maldito ensayo? ¿No son capaces de recitar unas             palabras que llevan aprendiéndose desde la noche de los tiempos? (Dulzura fingida.) ¿Ocurre             alguna cosa?

LEONCIO. No encuentro el castillo. Sin castillo, no actúo. Es absurdo. En esta escena interpreto al          fantasma del guerrero, que vive en un castillo. No hay castillo, no hay guerrero... Asíde simple.       (Se cruza de brazos, orgulloso.)

BRÍGIDA. Yo ni sabía que en esta escena figuraba un castillo.

SARA. Sí, tonta... El castillo del guerrero. Doña Jimena llega al castillo...

LEONCIO. ¡AJÁ! Y... ¿dónde estáel castillo?

SARA. Según la obra... en el reino de Castilla.

El DIRECTOR no da crédito ante la ineptitud de sus actores. PACO se mantiene al margen. ESTANIS, en lo alto de la escalera, con el cuadro, parece indeciso.

BRÍGIDA. Ah, claro; un castillo... en Castilla.

SARA. Ahí, ahí...

LEONCIO. A ver... Que no me aclaro... El castillo de la obra... ¿estáo no estáaquí?

SARA. Está.

LEONCIO. ...Está...

SARA. Está.

LEONCIO. ¿Dónde está?

SARA. Según el director... no estáaquí. Según el autor... en el reino de Castilla. A míno me digáis          nada.

BRÍGIDA. Bah... Le damos demasiada importancia al castillo.

LEONCIO. ¡Sin castillo, no actúo!

BRÍGIDA. Pero si el castillo estáen Castilla.

LEONCIO. Y a mí... ¿qué? Que traigan otro.

DIRECTOR. (Explota.) ¡SILENCIOOOOOOOOO! (Se cumple su orden, a rajatabla. Temor.                     Tensión.) (Lentamente.) No hay castillo.

LEONCIO. El autor dice que...

DIRECTOR. ¡El autor estámuerto!

LEONCIO. ¿Cómo? Si va a acudir mañana al estreno...

DIRECTOR. ¡Como si lo estuviera! No hay castillo. (Enfatiza cada palabra.) No... hay... castillo.

PACO. (Hojeando sus notas.) ¿Estáseguro, señor director? Aquípone que...

El DIRECTOR le golpea.

DIRECTOR. No hay castillo... Doña Jimena llega a un bosque encantado... (Empuja una maceta              hasta el centro.) A éste... Y se encuentra con el fantasma del caballero.

PACO. (Inocentemente.) ¿Sin castillo?

Nuevo golpe.

DIRECTOR. (Retoma su discurso.) Y la acción se reanuda. Y yo me voy a mi sitio. Adelante,                      señores... Por favor. (Sale.)

PACO. No lo olviden: ya no hay castillo. Que quede claro.

Sale, a su vez. Tanto LEONCIO como BRÍGIDA y SARA intentan adaptarse a la nueva situación.

LEONCIO. Entonces... yo, que soy el fantasma... (a SARA) espero aquí...

SARA. Bien.

LEONCIO. …Junto a la maceta.

BRÍGIDA. (Susurra.) Ojo; no es una maceta... Es un bosque encantado. Si lo dice el director...

SARA. (En el mismo tono.) ¿A ti te parece que esto es un bosque encantado? ¿Cuántos bosques               encantados has visto?

BRÍGIDA. Yo también opino que es una maceta, pero...

DIRECTOR. (Desde fuera.) ¡VAMOS!

PACO. (Desde fuera.) ¡Vamos! (El DIRECTOR vuelve a golpear al joven.) ¡Ay!

Los actores se sitúan. LEONCIO carraspea.

LEONCIO. (Sobreactuación.) “Mi señora... Contemplad.me... Contempladme... Soy el espíritu del          caballero que un día os rindióhonores en el campo de batalla...”

SARA se dispone a contestar. BRÍGIDA lanza un ataque interpretativo.

BRÍGIDA. “Oh, fugaz aparición de tiempos remotos...”

SARA. (Enojo.) Bueno... ¡ya estábien! ¡He soportado bastante! ¡Eso lo digo yo!

BRÍGIDA. (Encarada con ella.) “...Tal vez os sorprenda, caballero...”

DIRECTOR. (Entrando.) ¡Brígida!

BRÍGIDA. Yo... trato de mejorar el resultado final de la obra.

DIRECTOR. Usted sólo sale en el Acto Primero... A estas alturas... ¡su personaje ha muerto!

LEONCIO. Como el autor de la obra... Que yo no lo sabía.

BRÍGIDA. ¿Cuándo ha sido eso?

PACO. (Entrando. Consulta sus páginas.) En la página... veintiocho.

BRÍGIDA. ¿Tan pronto?

ESTANIS. (Desde la escalera.) Oiga, jefe...

DIRECTOR. (Alzando la vista.) ¿Aún no lo has colgado?

ESTANIS. ¿Me alcanza un martillo?

DIRECTOR. (Incredulidad teñida de furia.) ¿Qué?

ESTANIS. Un martillo... Un trozo de metal con un mango de madera. (Piensa.) ¿O es un trozo de           madera con un mango de metal?

DIRECTOR. ¿Túhas leído los programas?

ESTANIS. (Avergonzado.) No; en la escuela no paséde relacionar dibujos. Ya sabe: la gallinita con          el granjero... la abeja con la colmena... Las matemáticas... son otra cosa. Séleer los números          hasta el “dizisete”...

DIRECTOR. (Intenta controlarse.) Pues... Si lees los pro.gramas... Túni siquiera figuras en ellos. Y          yo... aparezco como el director de esta obra repugnante...

LEONCIO. ¿Cómo?

DIRECTOR. (Ni caso.) ¡Soy el director! ...No un recadero... ¡El director!

ESTANIS. (Bajando.) Capto la indirecta... Ya voy. (Para sí.) Lucha de clases... (Pausa.) Me río de                      lo que dice el Groucho Marx ése... Dictadura del proletariado... Sí, sí...

Sale, abandonando el retrato de Franco.

DIRECTOR. (Serenidad lograda a base de múltiples esfuerzos.) ¿Podemos continuar?

LEONCIO vuelve a su puesto. De nuevo, carraspea.

BRÍGIDA. (Esperanzada.) ¿Sigo yo?

DIRECTOR. (Alarido.) ¡FUERAAAAAA!

BRÍGIDA desaparece.

PACO. (Alza la voz. Habla hacia la salida por la que ha desaparecido la actriz.) ¡Eso! ¡Fuera!                  ¡Que usted sólo sale en la página veintiocho! ¡Chincha! ¡Sólo ahí! (Burla. Lengua fuera.)              Blblblblblblblblblblblblblbl.blblblblblbl...

(Golpe por parte del DIRECTOR.)

    ¡Córcholis!

DIRECTOR. (Golpeándole de nuevo.) ¡Y no quiero palabras malsonantes, coño!

Aparecen FILIBERTO y LA CABRINI, que porta en brazos a Victoria Eugenia, la perrilla, que ostenta un peinado llamativo, coronado por una bandera nacional en forma de lazo.

FILIBERTO. Oigh. ¿Quétal va todo?

LEONCIO. (Ante la visión de LA CABRINI.) ¡La loba!

LA CABRINI. (Ante la visión de LEONCIO.) ¡El flojo!

LEONCIO corre a protegerse tras SARA.

LEONCIO. (Ora.) Padre nuestro, que estás en los cielos...

DIRECTOR. (Mantiene, a duras penas, la calma.) Señora Cabrini... Aún no le toca... Puede                     descansar un poco más...

LA CABRINI. Veo que no ha seguido mis órden... (Corrige.) ...Mis consejos... ¿Por quésigue Leoncio Tolosa en esta compañía?

LEONCIO. ...hágase Tu voluntad...

DIRECTOR. Yo... Eeeeh... Pues...

LA CABRINI. No importa. Vengo a decirle que haréel sacrificio. Actúo. Por dos motivos...                    Primero: por respeto a Su Excelencia. Segundo: por respecto hacia Filiberto... (otro tono) que...        ¡miren que preciosidad le ha hecho a Fifí!

SARA y PACO. (Enternecidos.) Oooooooh...

FILIBERTO. ¿No es un primor? Oigh.

DIRECTOR. Bien... Entonces... ¿podemos continuar con el ensayo?

FILIBERTO. Oigh, sí. Sigan... Sigan con lo suyo... (Va saliendo.) Yo no molesto. Me voy.                       (Picarón.) A ver si encuentro a Estanis... Quiero conseguir una cita... dentro del máximo respeto,   claro. (Abstraído.) ¿No les parece que posee una belleza salvaje, a lo Clark Gable? Oigh. (Sale.)

DIRECTOR. (Moviendo la cabeza.) Continuemos...

LA CABRINI. Espere... Continuamos... con la condición de que Fifíse quede... ¡y mañana sale en                      los programas!

DIRECTOR. Pero...

LA CABRINI. ¡Con letras de molde! Mi Fifísale en esta obra... ¡como que me llamo Engracia                 Cabrini! Búsquele un papel...

El DIRECTOR trata de ganar tranquilidad. Respira pro.fundamente.

DIRECTOR. Paco... Encargue unos programas en los que figure el nombre de la perrita.

PACO. ¿Su nombre de pila... o su nombre artístico? (El DIRECTOR alza la mano, pero PACO                reacciona a tiempo.) ¡No! No. Ya lo hago yo. (Él mismo se golpea, ante el asombro del                 DIRECTOR. Sale.)

DIRECTOR. (Nerviosismo.) Con... Continúen... (Hacia una de las salidas.) Voy a sentarme... en              aquel taburete. Preferiría el garrote vil... (Suspiro.) El Titanic... Esto es el Titanic...

Sale. LEONCIO se aproxima, temeroso, al centro de la escena.

LA CABRINI. Vamos... No te voy a morder. No me gusta abusar de los flojeras como tú.

LEONCIO. (Traga saliva. Interpreta de manera lamentable.) “...que un día os rindióhonores en el campo de batalla...”

LA CABRINI. (Soberbia.) Me toca... (Silencio. Se hace de rogar. Expectación.) (Interpreta, al fin.)          “¡Oh! ¡Es una aparición!”

Ha terminado. Sale del trance artístico. Sonríe. Aplausos del DIRECTOR, a los que se une tímidamente SARA.

DIRECTOR. (Desde fuera.) ¡Bravo! ¡Bravissimo!

LA CABRINI. (Reverencias.) Gracias... Gracias... Es un papel breve... pero no me negarán su                   intensidad dramática...

SARA. Fabulosa. Ha estado fabulosa, señora Cabrini.

LA CABRINI. Gracias. Aún he de perfeccionarlo. Estoy dudando si interpretar como lo he hecho...        (Lo hace.) “¡Oh! ¡Es una aparición!”...O más pausadamente... (Interpreta de otra forma.) “Oh...     Es una... aparición.”

DIRECTOR. (Asomando.) Basta con la primera...

LA CABRINI. (Enfado.) ¡No me dirija! ¡A mínadie me dirige! Es una de las condiciones expuestas        en el contrato. (Va saliendo.) Y recuerde que Fifítiene que salir en el programa... ¡en letras de           molde!

Sale. El DIRECTOR se muestra desconcertado.

DIRECTOR. Con... tinúen... Por favor... (Sale.)

LEONCIO. (A SARA.) Te toca.

SARA. (Interpreta.) “Sí, madre... Es una aparición... pero has de saber que no podemos rendir         nuestra virtud ante el fuego de las apariencias. ¡Mirad.me, caballero! ¡Miradme! Jamás habréis      contemplado un rostro en el que...”(Hipo.) Hip. (Intenta seguir.) “... en el que...”(Hipo.) Hip.          Hip. ¡Hip!

DIRECTOR. (Vuelve.) Mujer... ¿ahora... hipo?

SARA. (Lamentándose.) Sí. Me ocurre en todos los ensayos generales. Y en las representaciones.             ¡Por eso me dan siempre papeles de borracha! ¡Ésta era mi gran oportunidad! (Gimotea. El DIRECTOR y LEONCIO, consternados.) (Lo vuelve a intentar.) “Sí, madre... Es una aparición...           pero has de saber que no podemos rendir nuestra virtud ante el fuego de...”(Hipo.) Hip. Hip.            ¡Hip! (Llora.) No puedo... ¡No puedo! (Hacia la salida.) ¡Soy una desgraciadaaa!

Sale. Prolongada pausa.

LEONCIO. ¿Quéhacemos ahora? Yo necesito a mi lado una actriz principal.

DIRECTOR. Algo se me ocurrirá... Esta obra se representa... Mi honor... el honor de Badulfo                   Alberto de los Chopos Erguidos y Pi de la Hondonada Seca... no se resquebraja por esto.

BRÍGIDA. (Entrando. Recita.) “Sí, madre... Es una aparición...”

DIRECTOR. ¡Es una leche!

BRÍGIDA. ¿Q... Qué?

DIRECTOR. ¡Que no, Brígida! ¡Que no! ¡No sales en el Acto Segundo! ¡No sales!

BRÍGIDA. (Réplica.) Pues... ¡muy mal! El autor no tiene ni idea de teatro. Mi personaje es el que             más conecta con los espectadores. Ya lo verámañana. (Dramática.) Y, mañana... ¡seráotro día!

Sale. Entra PACO, acompañado de un NIÑO.

PACO. Hala. Pasa. Sin miedo. (Al DIRECTOR.) Aquíestá.

DIRECTOR. ¿Quién... es este niño? PACO. Mi primo.

(El DIRECTOR no reacciona.)

    Mi primo... ¿No necesita a alguien para el papel de sarraceno? Aquíestá.

DIRECTOR. Es... ¡Es un niño!

PACO. Sí; pero... no se crea, ¿eh? Ha interpretado varios papeles en el grupo de la escuela. Además,        como el sarraceno no habla...

DIRECTOR. ¡El sarraceno es un hombre de ochenta años!

PACO. (Sigue en sus trece.) Anda, Fernandito... Vamos... Enséñale a este señor lo que sabes hacer... NIÑO. (Firme. Alza el brazo.) ¡Arriba España!

DIRECTOR. (Explosión de ira.) ¡FUERA! ¡FUERA DE MI VISTAAAAAAAA...!

PACO y el NIÑO desaparecen.

LEONCIO. (Orgullo.) Tranquilícese... No hay problema.

DIRECTOR. ¿Que... no hay problema? Ya no me estoy jugando el honor... ¡me estoy jugando el                  pellejo!

LEONCIO. Tranquilo... Me tiene a mí.

(El DIRECTOR no comprende.)

    Mire... Que... ¿le falta una actriz? No hay problema... (Recita. Voz pretendidamente femenina.)     “Oh, señor, dueño mío; mantendrémi honor intacto...”(Normal.) ¿Ve? Que... ¿le falta un niño?       (Voz pretendidamente infantil.) Hola, amiguitos... Soy un niño muy muy muy bueno... Y muy            muy muy español...

DIRECTOR. (Quiere morirse.) Es... tranquilizador... Sí.

    Entra ESTANIS. Parece enfadado.

ESTANIS. (Habla hacia fuera.) ¡No se te ocurra volver a acercarte! ¡Mariposón! (Explica, a los                otros.) El Filiberto de las narices... Que me ha propuesto salir el sábado... ¡A mí!

LEONCIO. Bah, hombre. Hoy se ve de todo. Además... ¿nunca os han dicho que os parecéis?

ESTANIS. (Indignado.) ¡Yo! ¿Parecerme yo a esa mariposa? ¡Lo que me faltaba!

BRÍGIDA. (Entrando, como un vendaval.) Señor director...

DIRECTOR. ¡No, Brígida! ¡No! Sólo en el primer acto. ¡En el primero!

BRÍGIDA. Si... no es eso lo que quería decirle... Es que...

DIRECTOR. ¡EN EL PRIMERO!

Entra SARA.

SARA. (Feliz.) ¡Señor director! ¡Lo he conseguido! ¡LO HE CONSEGUIDO! Escuche, escuche...          “Majestad; el filo de vuestra espada jamás lograráimponer voluntades espurias a don Rodrigo,        quien os sirve fielmente... Quien os confía su sangre de caballero hispánico...”(Alegre.) ¿Qué...        ¡hip! ...opi... ¡Hip! ...na?

El DIRECTOR no sabe quédecir.

BRÍGIDA. Señor director...

DIRECTOR. ¡Que no!

PACO. (Entrando.) ¡Señor director! ¡El Caudillo!

DIRECTOR. ¿Cómo?

BRÍGIDA. Eso es lo que trataba de decirle. A ver si aprendemos a escuchar. Seráfascista, el tío... DIRECTOR. (A ella.) ¡A mucha honra! (A PACO.) ¿De quéhablas, felón?

PACO. ¡El Caudillo, señor! ¡Se ha presentado a las puertas del teatro! Quiere saludar a los actores            antes del ensayo general...

(Se escuchan las notas del himno nacional, muy lejos.) ¿Lo oye? Hasta guardia mora se ha traído, el         buen hombre...

SARA. Franco... ¡hip! ¿...aquí? (Pausa.) ¡Y yo con es.tos...! ¡Hip! ¡...Hipos!

LEONCIO. (Ajustándose los ornamentos de su traje. Practica.) “Excelencia... Es un honor para mírecibirlo en nombre de esta humilde compañía teatral. Beso su mano. Beso sus pies. Le beso lo         que usted quiera... No; no lo tome como un atrevimiento...”

BRÍGIDA. (Para sí.) ¡Ahora es la mía! El Caudillo posee sensibilidad artística... (Interpreta. Horrible.) “Oh, cielo... Oh, pasión patriótica... ¡Vuelve, fortuna esquiva! ¡Vuelve...!”

DIRECTOR. (Enajenado.) El Caudillo... ¡El Caudillo! ¡Todos a sus puestos! ¡Ensayo general! ¡Ensayo...! (Se interrumpe.) ¿Quéestoy diciendo?

LA CABRINI. (Entrando.) ¿El Caudillo? ¿Ya estáaquíel Caudillo? (Hacia el interior.) ¡Fifí! ¡Corre! ¡Ha venido el Generalísimo!

Van agrupándose todos.

DIRECTOR. (A ESTANIS.) ¿Aún no has colgado el retrato?

ESTANIS. ...No encuentro... el martillo...

LA CABRINI. ¿Colgar el retrato? ¿Un retrato del general Franco en medio de una atmósfera                   medieval? ¡Eso es un anacronismo!

SARA. Sí... ¡Hip! Estoy de acuerdo con... ¡Hip! ...la señora Cabrini... Eso sería... ¡Hip! ...un     “anarquismo”... ¡Hip!

DIRECTOR. ¡Silencio! El retrato se va a colocar ahí... (Señala el lugar.) ¡Ahí! Que se note que                 somos nacionales... (A ESTANIS.) ¡Ese martillo! ¡Corre a buscarlo!

ESTANIS sale, raudo y veloz. Murmullos generalizados.

DIRECTOR. (Hacia el lugar por donde ha salido ESTANIS.) ¡Vamos, deprisa! ¡Quiero ver colgado         ese cuadro de inmediato! ¡Quiero ver al Generalísimo colgado! (Silencio de los demás                      personajes, que miran al frente, como si contemplasen una alucinación.) ¡El Generalísimo...            colgado!

(PACO llama la atención del DIRECTOR , con un leve golpecito en la espalda.)

    ¿Qué...? (Mira al frente. Conmoción.) ¡Excelencia!

(Duda. Temor. Alza el brazo.) ¡Arriba España!

Todos alzan el brazo, en estado hipnótico. Entra FILIBERTO.

FILIBERTO. Directooor... Le voy a ser franco... (Mirada al frente. Sorpresa.) Oigh. Franco...              (Amaneramiento absoluto.) ¡Arriba España! (Una sonrisita. Una risita. A los otros.) Esto se          avisa, ¿eh? (En voz más baja.) ¿Quéera eso de colgar al Generalísimo?

El DIRECTOR se deja caer, de rodillas, contra el suelo.

Telón