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Tic - Tac

Mayra Fernández López

Este texto se estrenó en el Auditorio Clarín de Soto del Barco el día 23 de diciembre de 2009, producido por La Tejedora de Sueños, según la siguiente ficha técnica:

SOBRE EL ESCENARIO

David Soto Giganto: Señor Tic

Gemma de Luis: Señora Tac

ARREGLOS MUSICALES Y OPERETA

Nacho Ortega

DISEÑO ESCENOGRÁFICO

Nacho Ortega

ESCENOGRAFÍA

Guillermo Barea

SOMBRAS

Nacho Ortega

VESTUARIO Y TÍTERES

Azucena Rico

DISEÑO DE ILUMINACIÓN

La Tejedora de Sueños

AYTE. DIRECCIÓN

Mayra Fernández

DIRECCIÓN

Nacho Ortega

ESCENA 1

La escena se va iluminando poco a poco. Se es.cuchan susurros diciendo “tic-tac”, que se entremezclan con la música. Una vez iluminada la escena vemos a dos personas, “Él” y “Ella” que acompañan el “tic-tac” con un suave balanceo corporal. Tanto el sonido como el balanceo van frenándose y ambos se ponen en pie.

Él: Tic.

Ella: Tac.

Él: Horas.

Ella: Minutos.

Él: Segundos.

Ella: Décimas…

Él: …de segundo. Milésimas…

Ella: …de segundo.

Se miran.

Él: Pero ésta no es la historia de un minuto.

Ella: Ni de un segundo.

Él: Ni de una hora.

Ella: No.

Él: No.

El fondo de la escena se ilumina y vemos el viejo taller abandonado de un relojero.

Ella: Un taller.

Él: Un viejo taller.

Ella: De relojes.

Él: Sin relojero.

Ella: Hubo un relojero.

Él: Sí. Hubo un relojero.

Ella: Hace mucho tiempo.

Él: En su taller.

Ella: Pero ésta no es la historia de un taller.

Él: No, ni de un relojero.

Ambos: No.

Él: Una torre.

Ella: Una gran torre.

Él: Muy alta.

Ella: Y un reloj.

Él: Un enorme reloj.

Ella: En lo alto de la torre.

Él: Pero ésta tampoco es la historia de una torre.

Ella: Ni del reloj… de la torre.

Él: No.

Ella: No.

Él: Engranajes…

Ella: Cuerdas…

Él: Manecillas…

Ella: Tuercas…

Él: Pequeñas piezas que componen…

Ella: El reloj.

Él: De la torre.

Ella: En la que se encuentra el taller.

Él: El viejo taller.

Ella: Abandonado.

Él: Sin relojero.

Ella: Pero ésta no es una historia de engranajes.

Él: Ni de tuercas.

Ambos: (Mirándose.) ¿O sí?

ESCENA 2

Se acercan a primer término del escenario donde se sitúa un gran reloj de péndulo. Posiblemente esté cubierto de alguna manera o se empieza a compo.ner y se descubre ahí.

Él: (Señalando la aguja grande del reloj.) Ésta es la historia del señor Tic.

Ella: Sí, aunque ésta no es sólo la historia del se.ñor Tic.

Él: El señor Tic siempre tenía prisa.

Ella: Mucha prisa.

Él: Iba corriendo a todas partes.

Ella: Por eso no era capaz de engordar ni un gra.mo.

Él: No. El señor Tic era larguirucho y delgado.

Ella: Muy delgado.

Él: Era inquieto, no podía estar demasiado tiempo en un mismo sitio. Se aburría.

Ella: Era nervioso.

Él: Muy nervioso. No solía establecer relación al.guna con nadie, porque cuando lo intentaba…             siempre tenía que marcharse en lo mejor de la conversación.

El señor Tic cobra vida, de alguna manera se co.loca en el tres del reloj y habla.

Sr. Tic: …y ya le digo señor Tres, al dueño de la casa no se le ocurre otra cosa que colocar a mi primo   el señor Rapidillo, segundero de profesión, en el reloj del comedor. Imagínese qué cuadro. Total             que… ¡Adiós, tengo que marcharme!

Ella: (Girando la aguja hasta volver a colocarla en el número tres.) Y cuando tras un tiempo volvía a      encontrarse con el señor Tres…

Él: No se acordaba de aquella conversación, porque además el señor Tic, era despistado.

Ella: Muy despistado.

Sr. Tic: ¡Caramba, señor Tres! …como le estaba contando la última vez que nos vimos, mi abue.lo la     aguja del reloj de la torre con los años ha.bía perdido sus reflejos y se retrasaba          considerablemente, así que lo mandaron a arreglar a… ¡Adiós, tengo que marcharme!

Ella: Así transcurría la vida del señor Tic.

Él: Al señor Tres le contaba el final de la historia que había empezado a contarle en otro momen.to al    señor Nueve.

Ella: Al señor Cinco le contaba la mitad de la aven.tura que había compartido con el señor Dos…

Él: Al señor Siete no le hablaba ¡porque le confun.día con el señor Cuatro! con el que había tenido una          discusión terrible por llamarle despistado.

Ella: Y al señor Nueve empezaba a contarle una historia que no le sonaba de nada.

Él: Sí. Al señor Tic, le encantaba contar historias.

Ella: Conocía cientos de ellas. Era la manecilla de reloj más antigua de todas las que había en el ta.ller.

Él: Había pasado por distintos relojes a lo largo de su existencia.

Ella: Adoraba recrear todas la experiencias que había vivido y recordaba a todos y cada uno de los        relojes a los que había pertenecido.

Él: De alguna manera el señor Tic intentaba mante.nerlos vivos a través de sus historias. Pero como os   decíamos antes, ésta no es sólo la historia del señor Tic.

Ella: No, no, no. Además ésta es la historia de la señora Tac.

Coloca la otra manecilla del reloj.

Él: La señora Tac era muy, muy tranquila.Ella: Sí. Tal vez demasiado. Al contrario del señor Tic,           nunca parecía tener prisa por hacer nada, ni por ir a ninguna parte.

Él: Así que se pasaba largo rato en un mismo lugar sin realizar ninguna actividad.

Ella: Por esa razón estaba gordita. La falta de ejercicio había hecho de ella una manecilla pequeña y      regordeta.

Él: Así es, pero aparte de eso, la señora Tac era encantadora…

Ella: Adorable…

Él: Simpática...

Ella: Entrañable. A la señora Tac, le encantaba es.cuchar historias.

Él: Como nunca tenía prisa…

Ella: …se ponía lo más cómoda posible y les pedía a sus amigos los números que le contaran historias.

Él: A poder ser… de relojes.

Ella: Eran sus preferidas.

Él: Sólo había un problema.

Ella: Un pequeño problema.

Él: Sus amigos los números no se sabían ni una sola historia al completo.

Sra. Tac: Pero mi buen amigo Cinco, ¿por qué razón, me habla usted del charco en el que se cayó el       cronómetro de aquel hombre?... lo que yo quiero saber realmente es lo que le ocurrió al cuco cuando se escapó de su hogar en el confortable reloj suizo y se fue en busca de      aventuras…dígame qué ocurrió y, no se apresure… tengo que estar aquí un buen rato…

Él: Pero la señora Tac, terminaba escuchando el fi.nal de una historia que nada tenía que ver con la que             ella quería oír. Finalmente la señora Tac se rindió ante la evidencia. Era imposible que le        contaran una historia entera. No le quedaba más remedio que enfadarse con sus amigos los     números o bien escuchar. Así que con su habitual paciencia la señora Tac, escuchaba… y    escuchaba… pensando que tal vez con el próximo núme.ro tendría más suerte.

Sra. Tac: (Somnolienta.) ¿De veras?... ¡Qué intere-sante! Realmente inquietante… ¿Sabe?, éste sería un            final perfecto para una historia que el señor Dos me contó hace algún tiempo… ¡Qué curio.so!           ¿Verdad que sí?

Él: ¡Pobre señora Tac! Con lo que le gustaban las historias y no conseguía escuchar ninguna entera.       Una mañana, la señora Tac se despertó más activa de lo habitual y a punto de encontrarse con el          señor Nueve, decidió que se habían ter.minado las historias a medias.

Sra. Tac: Ya no puedo soportar por más tiempo esos finales sin principio y esos principios sin fi.nal.

Él: (Susurrándole para ayudarle.) Y esas mitades.

Sra. Tac: ¿Eh?

Él: Esas mitades…

Sra. Tac: Ah, sí, sí, sí. Y esas mitades que no sé de dónde vienen ni a dónde van. He decidido… (Creando suspense.) ¡Crear mis propios finales y mis propios principios!

Él: (Asombrado.) ¿Cómo?

Sra. Tac: Querido, si hay algo que me sobra es… tiempo.

Él: La señora Tac decidió poner su plan en práctica esa misma mañana.

Sra. Tac: Buenos días, señor Nueve, qué lindo día hace hoy, ¿verdad que sí? Estoy segura de que          lucirá un maravilloso sol.

Sr. Nueve ¿Sol? ¿Sol? ¿Qué me recuerda esa pala.bra?

Sra. Tac: (Ansiosa.) ¿Una historia tal vez?

Sr. Nueve: Bueno, en realidad, creo que el comien.zo de una… Siempre he querido saber cómo             terminaba.

Sra. Tac: ¿Por qué no me la cuenta?, sería una bo.nita forma de empezar este soleado día.

ESCENA 3

Sr. Nueve: Esta historia ocurrió hace mucho, mu.cho tiempo, en un lugar de la tierra muy alejado           llamado… Egipto.

Toda esta historia se narra mediante un teatrillo de sombras.

Sr. Nueve: Allí trabajaba duramente un joven lla.mado “Khalid”. Khalid transportaba enormes bloques             de piedra destinados a hacer construc.ciones encargadas por el Faraón que era algo así como el       rey de aquellas tierras. (Se transforma en el Faraón.)

Figura del Faraón.

Faraón: Súbditos, tengo que hablaros. He soña.do de nuevo con una gran edificación en forma de         pirámide. Veamos ¿Cómo podría llamarla esta vez? Creo que la llamaré Keops. No, no, no, mejor Micerinos. La llamaré Micerinos. Ejem, Ejem… Quiero que Micerinos esté en pie la semana que             viene. Reconoceréis que es un plazo más que razonable, así que… no admito excusas. ¡A          trabajar!

Sr. Nueve: Dicho esto el faraón se iba a descansar al tiempo que sus súbditos se armaban de valor para comenzar con el trabajo.

Egipcios arrastrando piedras.

Ambos: ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!

Se van quedando sin fuerzas.

Ambos: Vamos... Vamos... Vamos...

Sr. Nueve: Tanto Khalid como sus compañeros acababan exhaustos la jornada.

Khalid: Nunca conseguiremos construir la pirá.mide en tan poco tiempo. Los bloques de pie.dra son      demasiado pesados, nosotros perdemos fuerza día tras día y el sol… si al menos no hicie.ra tanto     calor…

Egipcios arrastrando piedras cada vez más cansados.

Ambos: Vamosss, vamosss, vamosss.

Sr. Nueve: Esa noche cuando intentaba descansar sin conseguirlo, Khalid pensó en posibles solu.ciones            al problema.

Khalid: Veamos… no podemos pedirle al faraón que nos dé más tiempo, porque se enfadará. No          podemos trabajar más horas, porque no lo resis.tiríamos… ¡ya sé!, hablaré con el sol y le pediré      que no nos abrase tan fuerte.

Sr. Nueve: Dicho esto, Khalid consiguió dormir. Aunque sólo un ratito porque muy, muy tem.prano se             fue a buscar al sol. Caminó largo rato hacia las montañas y una vez allí eligió la más alta de      todas.

Montañas.

Khalid: ¡Hmmmmmm!

Sr. Nueve: Y subió sin descanso hasta llegar a la cima.

Khalid en la cima de la montaña.

Khalid: ¡Uff! No puedo creer que lo haya conse.guido… no puedo más.

Khalid desmayado en lo alto de la montaña.

Sr. Nueve: En ese momento… un enorme sol co.menzó a salir de un lateral de la montaña.

Ella se transforma en Sol.

Sol: ¡Vaya, vaya! ¿Se puede saber de dónde has sa-lido tú? ¿Es que quieres que te derrita como a un    helado en agosto?

Khalid: No, no, no. No es eso, señor Sol, verá yo… hevenido… porque… necesito pedirle un gran        favor,si usted pudiera escucharme tan sólo un momento… no le robaré mucho tiempo, se lo       prometo…

Sol pensando.

Sr. Nueve: El sol no pudo por menos que admirar la valentía del muchacho, así que decidió escu.charle.

Sol: Adelante, pero date prisa chico, llego tarde a trabajar.

Khalid: Sí, yo también, precisamente de eso quería hablarle… del trabajo.

La escena se detiene.

Sra. Tac: Siga, siga, señor Nueve, por lo que más quiera, no me tenga en ascuas, ¿qué le respon.dió el    sol a Khalid? ¿Llegaron a un acuerdo? ¿O se negó a ayudarle? ¡Pobre Khalid! Pero vamos        hombre, no se detenga, que está en lo mejor de la historia…

Él: A la señora Tac, se le había olvidado que los números no se sabían ninguna historia completa.Sra. Tac: ¡Venga!, siga contando. No se detenga.Él: ¡Señora Tac! ¡Señora Tac!Sra. Tac: ¿Qué?Él: (Haciéndola entrar en razón.) El señor Nueve no sabe más de la historia.

Sra. Tac: ¡Oh! ¿Y qué haré ahora?

Él: Pensé que había decidido crear sus propios finales.

Sra. Tac: Es cierto… ¿Usted cree que yo?...

Él: Inténtelo.

Sra. Tac: (Más calmada.) Bien… lo intentaré.

Vuelve la escena de Egipto.

Sra. Tac: El sol escuchó atentamente la historia de Khalid y, sintiendo lástima de él, consintió en           ayudarle en la medida de sus posibilidades.

Sol: No te preocupes muchacho, te garantizo que el sol no será un problema... ni para ti, ni para tus        compañeros.

Khalid: Gracias, señor Sol, muchísimas gracias… Adiós, debo ir a trabajar.

Sol: Un momento muchacho… ¿Es que piensas que te dejaré ir sin pedirte algo a cambio?

Khalid: ¿Qué quiere a cambio?

Sol: Compañía.

Khalid: ¿Compañía?

Sol: Sí. Me aburro tanto aquí en la montaña… Lo único que hago es salir y esconderme, salir y   esconderme, salir y esconderme. Nunca tengo a nadie con quien hablar y me siento terriblemen.te      solo.

Khalid: Pero… tenemos que terminar la pirámide del faraón. Si Micerinos no está construida en cinco   días se enfadará mucho con nosotros y en.tonces no habrá servido de nada el que yo haya subido          hasta la cima de esta montaña, ni que me haya atrevido a hablar con usted, ni que usted haya    accedido a ayudarme, ni…

Sol: Vale, vale, vale. Tranquilo, chico ¿dices que sólo os quedan cinco días?

Khalid: Sí. El Faraón nos dio siete pero ya hemos gastado dos.

Sol: O sea que vuestro mayor problema no es el calor sino… (Enfatizando.) ¡EL TIEMPO!

Khalid: Así es. Si pudiéramos hacer algo para alargar el plazo…

Sol: Tal vez yo pueda ayudarte con eso…

Khalid: ¿Cómo?

Sol: (Entusiasta.) ¡Mediremos el tiempo!

Khalid: ¿El tiempo?

Sol: Construiremos un gran reloj.

Khalid: ¿Un reloj?

Sol: De sol.

Khalid: ¿De sol?

Sol: ¿Vas a repetir todo lo que diga, chico?

Khalid: Disculpe, lo siento, es que no sé cómo…

Sol: ¿Acaso no me crees capaz de hacerlo?

Khalid: Oh sí, sí, sí, pero ¿qué conseguiremos construyendo un reloj de sol?

Sol: ¡Engañar al Faraón!

Khalid: ¿Engañar al F…? (Se da cuenta de que está nuevamente repitiendo lo que el sol dice y se          frena.) Lo siento.

Sol: ¿Aún no lo ves claro?, en “este” reloj de “sol”, “yo” seré el “Sol”. Podré alargar los días y las          noches tanto como quiera… podréis terminar la pirámide yconstruirle al Faraón una esfinge de            propina.

Khalid: (Entusiasmado.) ¿Cómo funciona un reloj de sol?

Sol: Muy fácil, a través de la sombra que proyec.ta. Dependiendo de dónde esté la sombra es una hora             u otra. El Faraón podrá saber qué hora es y yo podré hacer que un minuto dure días…

Ambos: ¡Adelante! Construyamos ese reloj. (Se ríen.)

Vuelven las sombras.

Él: Así fue como Khalid, ayudado por el sol, consi.guió engañar al mismísimo Faraón de Egipto y         tomándose su tiempo construyeron la pirámide Micerinos. ¡Ah! Y por cierto de propina…

Se ve la esfinge.

ESCENA 4

Él: La señora Tac, había conseguido su primera historia de relojes completa.

Ella: Eso la animó mucho, porque pensó que si ha.bía sido capaz de crear un final, también podría crear un principio.

Él: Coleccionaría historias…

Ella: …de relojes.

Él: Historias que después compartía con los números.

Ella: A veces ella las empezaba…

Él: …otras adornaba con suspense la mitad…

Ella: …y otras asombraba a los números con sus finales.

Él: Siempre imaginando historias.

Ella: Siempre…

Él: No. Siempre no.

Ella: ¿No?

Él: No. No siempre.

Ella: Es verdad, no siempre.

Él: Algunas veces la señora Tac coincidía con el señor Tic en un mismo número.

Ella: No era un encuentro agradable.

Él: No, no lo era.

Señor Tic y señora Tac espalda con espalda.

Sr. Tic: ¡Ay!

Sra. Tac: ¡Uy!

Sr. Tic: ¡Ay! ¡Ay!

Sra. Tac: ¡Uy, uy, uy!

Sr. Tic: ¡PFFFFFFF!

Sra. Tac: La, la, la…

Sr. Tic: Bueno, bueno, bueno…

Sra. Tac: Vaya, vaya, vaya…

Sr. Tic: (Alzando la voz.) Bueno, bueno, bueno…

Sra. Tac: (Perdiendo un poco la paciencia pero recuperando la sonrisa enseguida.) ¡Vaya, vaya, vaya!

Vuelven a ser Él y Ella.

Él: Ésta era toda la conversación que el señor Tic y la señora Tac mantenían en sus encuentros.

Ella: Encuentros que se producían con una cierta regularidad.

Él: La señora Tac siempre había querido entablar conversación, pero… justo cuando estaba a punto de atreverse…

Ella: …el señor Tic se iba.

Él: Así que nunca hablaban.

Ella: Hasta que un día…

Espalda con espalda.

Sr. Tic: ¡Atchísss!

Sra. Tac: ¡Salud!

Sr. Tic: Gracias.

La señora Tac le da un pañuelo.

Sr. Tic: Gracias… otra vez.

Sra. Tac: ¿Constipado?

Sr. Tic: Un poco…

Sra. Tac: Bueno, bueno, bueno…

Sr. Tic: Vaya, vaya, vaya.

Sra. Tac: (Armándose de valor.) Soy la señora Tac. Creo que hemos coincidido alguna vez.

Sr. Tic: Es posible… soy el señor Tic.

Se vuelven y quedan uno frente al otro.

Ambos: Encantado/a.

Se miran un segundo y vuelven espalda contra espalda.

Sra. Tac: Vaya… es usted muy alto señor Tic…

Sr. Tic: Bueno… es usted muy baja.

Sra. Tac: (Contrariada.) ¡Oh!

Sr. Tic: Quiero decir… es usted muy maja, señora Tac.

Sra. Tac: (Coqueta.) ¡Ah!

Sr. Tic: (Sin saber qué decir.) ¿Estudia o trabaja?

Sra. Tac: ¿Eh? ¿Yo?

Sr. Tic: ¿Sí?

Sra. Tac: Yo… yo… yo… escucho.

Sr. Tic: ¿Escucha?

Sra. Tac: Historias.

Sr. Tic: ¿De qué?

Sra. Tac: ¡De relojes!

Sr. Tic: (Emocionado.) ¡RELOJES!

Sra. Tac: Sí. A veces…, a veces también las cuento…, bueno sólo la parte que falta, no se vaya a           pensar. ¿Y usted?

Sr. Tic: ¿Yo?

Sra. Tac: Sí, usted. ¿Estudia o trabaja?

Sr. Tic: Yo cuento.

Sra. Tac: ¿Cuenta?

Sr. Tic: Historias.

Sra. Tac: ¿De qué?

Sr. Tic: De relojes.

Sra. Tac: ¡Relojes!

Sr. Tic: ¿Quiere que le cuente una?

Sra. Tac: Sí, por favor. ¿Se sabe alguna entera?

Sr. Tic: Por supuesto. ¿Qué se cree? Está usted hablando con un experto en relojes. He conocido           cientos de ellos. Durante un tiempo trabajé de guía en el “Museo del reloj”.

Sra. Tac: ¿Qué está usted diciendo? Eso es maravi.lloso. Adelante, cuénteme.

Sr. Tic: Si insiste… Era yo una joven aguja cuando me ofrecieron el trabajo. Siempre había queri.do      conocer a mis antepasados así que… ¡ADIÓS, TENGO QUE MARCHARME!

Vuelven a ser Él y Ella.

Él: La señora Tac se quedó compuesta y sin histo.ria.

Ella: Aquella noche la señora Tac se durmió pensando en el señor Tic.

Él: Y soñó.

Ella: Sí. Soñó con un apuesto guía de museo.

ESCENA 5

Todo ocurre en el sueño de la sra. Tac y en luz negra.

Sr. Tic: Adelante, vayan pasando, vayan pasando… acérquense a mí todo lo que puedan… bien… veo             que son un grupo numeroso… por favor in.tenten mantenerse en silencio para que no tenga que        alzar demasiado la voz, soy propenso a la afonía. ¿Y bien? ¿Ya están todos? Perfecto, podemos       empezar. Mi nombre es Tic. Señor Tic. Seré su guía en este “museo del reloj”. Intentaré          explicarlo todo con claridad. Si tienen alguna pregun.ta es posible que no obtengan respuesta porque andamos justos de tiempo… hay muchos relo.jes y pocos minutos. ¿Preparados?       ¡COMIENZA LA VISITA!

Todos los relojes que van a aparecer lo hacen en.marcados como cuadros.

Sr. Tic: Este recorrido a través del tiempo empie.za… muy, muy atrás. Desde siempre el hombre ha       sentido la necesitad de controlarlo, cuantificarlo, manipularlo… Las antiguas civilizaciones lo         hicieron guiándose por los ciclos de luz-Os.curidad y por las fases lunares.

Aparece una luna que después gira y se transforma en sol.

Ella: (Haciendo de luna.) ¡Ptchsss! Sol, sol, sal que te toca, ya es de día.

Sr. Tic: Continuamos. Sin empujar señora, sin em.pujar, no se me arremolinen. 3000 años antes de         Cristo los chinos utilizaban… relojes de sol. A través de la sombra proyectada en la tierra podían   saber casi con exactitud qué hora del día era.

Aparece un reloj de sol.

Ella: (Cantando.) Sombla aquí y sombla allá, som.bla aquí y sombla allá.

Sr. Tic: ¡Ah! Y llegamos al Imperio romano. Los romanos con su habitual creatividad idearon un           curioso método para medir el tiempo. Se trataba de unas velas que marcaban como si fueran una            regla y controlaban la hora dependiendo de lo que se consumía la vela. Estos romanos…

Aparece una regla vela.

Ella: ¡Ay, ay! Que me consumo.

Sr. Tic: Por aquí, por favor, síganme. Ahora nos va.mos a la antigua Babilonia. Allí utilizaban para la     medición horaria unos relojes llamados “clepsi.dras”. Estos primitivos artilugios funcionaban ni      más ni menos que con agua.

Aparece un reloj clepsidra.

Ella: Bueno ¡Hip!, no hace falta ¡Hip!, que sea agua ¡Hip!

Sr. Tic: Las clepsidras fueron los antepasados más directos de otros conocidos relojes… los de arena.

El sistema era el mismo, simplemente en lu.gar de agua u otro líquido utilizaban arena…

Aparece un reloj de arena.

Ella: Media vuelta, ¡hop!

Sr. Tic: Acompáñenme por aquí. Numerosos cien.tíficos buscaron durante años la forma de con.trolar   el tiempo mediante un movimiento rotatorio, regular, y así nació el famosísimo reloj me.cánico.

Aparece un reloj con una llave inglesa.

Ella: El mecánico. Sí señor, ése soy yo.

Sr. Tic: Un gran salto sin duda. Y llegan los moto.res al mundo del reloj. El primer motor de reloj era    de pesas y se hizo habitual verlos en iglesias y catedrales.

Aparece un reloj haciendo pesas.

Ella: Uno - dos, uno - dos.

Sr. Tic: No menos sorprendente es la invención del oscilante reloj de “péndulo”.

Reloj de péndulo.

Ella: ¡Yheeeeeeeeeee…pa!, ¡Yheeeeeeeeeee…pa!

Sr. Tic: Y ya en nuestros días querido grupo, te.nemos la era digital. Tengo que decir que a mí me         parece una enorme falta de respeto eso de prescindir de las agujas, pero en fin… tiene que haber      de todo.

Reloj digital.

Ella: ¡Qué pasa! Soy el más modernillo.

Sr. Tic: Bien, ésta ha sido la visita guiada por el museo del reloj. Espero que haya sido de su agrado y   ahora, si me disculpan, me espera el siguiente grupo… ¡adiós, tengo que marcharme!

ESCENA 6

Ella: La señora Tac se despertó con una sospechosa sonrisa en los labios…

Él: …y con un nerviosismo que no había sentido hasta ese momento.

Ella: Se moría de ganas de volver a ver al señor Tic.

Él: Esperó pacientemente. Sabía que tarde o tem.prano coincidirían en el mismo número.

Ella: El señor Tic por su parte recordaba la histo.ria que no había terminado de contarle a la señora Tac y estaba deseando encontrarse con ella para finalizarla.

Se transforman en agujas.

Sr. Tic: Ya queda menos.

Sra. Tac: Debe de estar a punto de llegar.

Ambos: (Juntando las agujas en un punto.) ¡AY!

Sr. Tic: ¿Señora Tac?

Sra. Tac: ¿Sí? ¿Señor Tic?

Sr. Tic: No, nada, nada… pasaba por aquí y… me preguntaba si… querría escuchar el final de la           historia que empecé a contarle el otro día.

Sra. Tac: ¿Se refiere a la del museo?

Sr. Tic: Veo que no la ha olvidado.

Sra. Tac: No, señor Tic. Sobre esa historia creo que he sacado mis propias conclusiones, ¿sabe?

Sr. Tic: Vaya, para una vez que recuerdo de qué historia se trataba…

Sra. Tac: ¿Qué tal si charlamos?

Sr. Tic: Eh… bueno… no sé… ¿de qué?

Sra. Tac: Hábleme de usted.

Sr. Tic: ¿De mí?

Sra. Tac: Sí.

Sr. Tic: En fin, no sé qué decirle sobre mí. No acos.tumbro a contarle mi vida a la primera aguja que      me sonríe.

Sra. Tac: (De nuevo decepcionada.) ¡Oh!

Sr. Tic: Eso ha sonado mal. ¿Verdad?

Sra. Tac: ¡Mucho! Siento si le he parecido indis.creta… (Llora.)

Sr. TIC. - ¡Oh, oh!

Sra. Tac: (Llorando.) Siempre hago lo mismo. Me gusta tanto escuchar que termino preguntando cosas que no son asunto mío… lo siento…

Sr. Tic: No por favor, deje de llorar, ha sido culpa mía. He sido muy brusco.

Sra. Tac: No. Usted es un caballero. Pero yo soy una cotilla. (Llora.)

Sr. Tic: No siga llorando, se lo suplico. ¿Qué quie.re saber de mí? Soy nieto de la aguja del reloj de una            torre enorme. Nací en una relojería sui.za. Mi madre era aguja de un reloj de péndulo, muy      indeciso, por cierto. Mi primo Rapidillo es segundero en un reloj despertador y nunca se          retrasa… ni media décima… y yo… he aprendido de todos ellos la profesión de minutero y la       desempeño de la mejor forma posible, mi vida se reduce a ir parando de número en número y          contar las historias de los relojes que he conocido… nunca me había planteado nada más hasta      que…

Sra. Tac: Hasta que…

Sr. Tic: Hasta que la conocí a usted.

Sra. Tac: ¡Oh!

Sr. Tic: ¡Oh no! Adiós, tengo que marcharme.

Sra. Tac: No, espere…

Sr. Tic: No puedo…

Sra. Tac: Hábleme de su abuelo, la aguja del reloj de la torre.

Sr. Tic: ¡Tenía vértigoooooo!

Sra. Tac: ¡Oh! ¿Vertigo? Qué faena. ¿Y era muy alta la torre? ¡Vaya! Se ha ido.

ESCENA 7

La escena va mezclando canciones con diálogos como si de una opereta se tratase.

Abuelo: Ya comienza. Hoy es mi día

         y aunque empiece desde abajo

         soy feliz y todo está bien

         porque es mi primer día de trabajo.

         He dormido como un tronco

         y después de desayunar

         voy corriendo a la calle, luciendo talle

         y es que hoy empiezo a trabajar.

         Siempre quise saber qué hacer,

         cómo ganarme la vida

         y hoy tendré mi oportunidad

         y lo que tengo es que llegar puntual para demostrar

         que soy eficaz

         hoy empiezo a trabajar.

Coro: Ya comienza. Hoy es su día

         y aunque empiece desde abajo,

         es feliz y todo está bien

         porque es su primer día de trabajo.

         Ha dormido como un tronco

         y después de desayunar

         va corriendo a la calle, luciendo talle

         y es que hoy empieza a trabajar.

Abuelo: ¿Dónde me tocará? ¿En un cronómetro?¿

         En un reloj de pulsera?

         Es fantástico sentirse así

         que todos se fijen en mí.

         ¿Y de reloj en la estación?

         Dar la hora es mi pasión.

         Me llena de emoción

         decir: “señor, corra. Las ocho acaban de dar”

         y el señor agradecido me sonríe

         y yo le sonrío a él también

         y como llegará muy pronto a casa

         se irán a comer pastel.

         Y el mundo siempre va mejor

         teniendo cerca un buen despertador.

         Te ayuda a madrugar, sin prisas caminar,

         llegas pronto… y no te tienen que esperar.

         ¡Oh, no! ¡Llego tarde!

Entra el jefe en escena.

Jefe: Qué bonito es el trabajo

si se hace con desparpajo.

Si trabajan como mulos

yo les doy regalos chulos.

Qué rentable es el trabajo

si los tienes a destajo.

Me trabajan como mulos

y les pago cuatro duros.

Mis obreros siempre antes tienen que venir

pues si llegan tarde los hago despedir

“la puntualidad es fundamental”.

Dinerito para mí.

“Y éste empieza a retrasarse”.

Minuto no trabajado

es un euro no ganado.

Abuelo: Buenos días.

Jefe: ¿Qué tienen de buenos?

Abuelo: Pues… muchas cosas, hace una mañana espléndida, he dormido muy bien, estoy lleno de         energía y sobre todo: ¡hoy empiezo a trabajar!

Jefe: ¿Estás seguro?, no acostumbro a dar empleo a quien se retrasa tan escandalosamente en su primer             día.

Abuelo: No comprendo… pero si he llegado cinco minutos antes.

Jefe: Tú lo has dicho, has tenido la osadía de llegar cinco minutos antes. “Sólo cinco minutos antes”.

Abuelo: Pero…

Jefe: ¡No hay pero que valga!, mis obreros han de llegar al menos con una hora de antelación. En este   trabajo ¡el tiempo es oro!

Abuelo: Lo siento mucho señor, estaba tan emo.cionado que supongo que perdí la noción del oro, digo             del tiempo. (Entristecido.). Bien, será mejor que me vaya, gracias por la oportunidad.

Jefe: ¿A dónde crees que vas?

Abuelo: ¿No va a despedirme?

Jefe: ¡Hmmmm! Lo dejaremos pasar por esta vez.

Abuelo: Entonces, ¿el trabajo es mío?

Jefe: Tuyo es.

Abuelo: Gracias señor, le juro que no se arrepentirá.

Jefe: Eso espero por tu bien y ahora… escucha. He de darte algunos consejos.

Jefe: Qué bonito es el trabajosi se hace con desparpajo.

Abuelo: Soy feliz y todo está bien porque es mi primer día de trabajo.

Jefe: Si trabajas…

Abuelo: Diga usted que sí.

Jefe: …como un mulo…

Abuelo: Claro que lo haré.

Jefe: …te daré…

Abuelo: Algo me dará.

Jefe: …regalos muy chulos.

Abuelo: Muy bueno seré. Fui corriendo a la calle, luciendo talle y es que hoy empiezo a trabajar.

Jefe: ¡Aquí el trabajo es a destajo!

Abuelo: Mi primer día. No me lo puedo creer.

Jefe: Veo que eres un poco duro de oído.

Jefe: Minuto no trabajado…

Abuelo: ¡Qué fuerte! ha cambiado mi suerte.

Jefe: …es un euro no ganado.

Abuelo: Qué suerte.

No me haga esperar

¿en dónde voy a trabajar?

Jefe: Creo que ha quedado claro.

Abuelo: Qué suerte.

No me haga esperar

¿en dónde voy a trabajar?

Jefe: Minuto no trabajado…

Abuelo: No me haga esperar

¿en dónde voy a trabajar?

Jefe: …es un euro no ganado.

Abuelo: No me haga esperar.

Jefe: ¡Anda, calla un poco

que me vuelves loco!

¡EN ESA TORRE!

Abuelo: “Pero yo no puedo trabajar ahí arriba. Sufro vértigo desde pequeño. Me marea la altura y si me          caigo… me voy a dar contra el suelo…”

Jefe: ¿No quieres el trabajo?

Abuelo: Claro que lo quiero, pero…

Jefe: Sube. Sube…

Abuelo: ¿Y no hay un puesto para mí…

Jefe: Sube. Sube…

Abuelo: …donde no tenga que subir?

Jefe: No es un problema

         tú quédate abajo.

         Hay mucha gente

         esperando el trabajo.

Abuelo: Qué miedo me da…

Jefe: Sube.

Abuelo: Ya comienza. Es el día

         en que caigo para abajo.

Jefe: Sube ahora mismo, ¿o es que quieres que te despida?

Abuelo: Ya comienza. Hoy es mi día

         y aunque empiece desde abajo,

         soy feliz y todo está bien

         porque es mi primer día de trabajo.

         He dormido como un tronco

         y después de desayunar

         fui corriendo a la calle, luciendo talle

         y es que hoy empiezo a trabajar.

         Siempre quise saber qué hacer,

         cómo ganarme la vida.

         Y hoy tendré mi oportunidad

         y lo que tengo es que intentar llegar para demostrar

         que no sé volar

         y no me quiero estrellar.

Coro: Ya comienza. Hoy es su día

         y aunque empiece desde abajo,

         es feliz y todo está bien

         porque es su primer día de trabajo.

         Ha dormido como un tronco

         y después de desayunar

         va corriendo a la calle, luciendo talle

         y es que hoy empieza a trabajar.

Abuelo: Ya he subido y ahora no puedo bajar“mamaaaaaaá”.

ESCENA 8

Ella: La señora Tac ya no se molestaba en disimu.lar las ganas que tenía de ver al señor Tic.

Él: La paciente señora Tac, era ahora una aguja nerviosa e impaciente.

Ella: El señor Tic, ya no contaba historias a los números.

Él: Era incapaz de concentrarse en algo que no fuera… la señora Tac.

Ella: Guardaba para ella las mejores historias de relojes.

Él: Sabían cuándo estaba a punto de producirse el encuentro.

Ella: Sí. Y no necesitaban un reloj para eso.

Él: El señor Tic y la señora Tac aprendieron a medir el tiempo por los latidos del corazón.

Ella: Cuando el señor Tic se iba acercando… a la señora Tac le latía muy fuerte el corazón.

Él: Lo mismo le sucedía al señor Tic.

Encuentro señor Tic y señora Tac.

Sr. Tic: Por fin.

Sra. Tac: No veía la hora.

Sr. Tic: Se me ha hecho eterno esta vez.

Sra. Tac: ¿Cuánto tiempo…?

Sr. Tic: Poco ya lo sabe…

Sra. Tac: No quiero saberloSr. Tic: Señora Tac, yo, yo quería decirle… que… (Cambiando de    conversación avergonzado.) se me ha aflojado una tuerca y estoy un poco ines.table. ¿Sabe?

Sra. Tac: ¡Oh! ¿Es grave?

Sr. Tic: No lo creo. En realidad, señora Tac… no era eso lo que quería decirle.

Sra. Tac: ¿Ah, no?

Sr. Tic: No, (Valiente.) señora Tac…

Sra. Tac: ¿Sí, señor Tic?

Sr. Tic: La amo.

Sra. Tac: Y yo a usted.

Sr. Tic: ¡Ah! ¿Sí?

Sra. Tac: Sí. Mi vida en este reloj ya no tendría sentido si no fuera por nuestros encuentros. No vuelva a marcharse por favor.

Sr. Tic: Pero… tengo que hacerlo… soy una aguja de reloj… mi trabajo consiste en moverme cada        minuto que pasa.

Sra. Tac: ¡Dimita!

Sr. Tic: Señora Tac.

Sra. Tac: Señor Tic.

El señor Tic y la señora Tac bailan.

Sra. Tac: Cuénteme una historia antes de irse…

Sr. Tic: De acuerdo, escuche atentamente. Después de irme del museo encontré trabajo en un reloje.ría suiza y allí conocí a… un reloj de cuco simpa.tiquísimo… ¡Adiós, tengo que marcharme!

Sra. Tac: ¡Oh!

ESCENA 9

Aparece en escena un reloj de cuco.

Ella: En la mismísima Suiza había una antigua relojería, y en la mismísima relojería un antiguo reloj de   cuco. Como sabrán, la peculiaridad de estos relojes reside en su forma de dar la hora.

Suena un cuco auténtico.

Ella: Eso es. Cada hora en punto el cuco abre la puerta de su casa y sale para emitir este singular            sonido.

Suena otra vez un cuco.

Ella: El reloj de cuco que había en la mismísima relojería que existía en la mismísima Suiza era… más    peculiar que el resto. También cantaba, por supuesto, pero no de la misma manera. Digamos que         sus cantos eran… eran… Es difícil de explicar; creo que será mejor que ustedes mismos lo     vean… casi son las doce en punto.

El reloj marca las doce, el cuco sale de la casita y canta, pero lo que comienza como un cuco, termina

por convertirse en una canción tirolesa.

Ella: Ya lo han escuchado, sobran las palabras. A la dueña del reloj le encantaba que fuera tan   diferente.

Dueña: Este reloj es único en el mundo. Una au.téntica rareza.

Ella: Estaba orgullosa de poseer un cuco tan espe.cial y no se cansaba de escucharlo. Siempre que          estaba en casa y veía que iba a dar una hora en punto, se plantaba delante del reloj para escu.char          su canto.

Vuelve a sonar la canción tirolesa.

Ella: Así lo hizo durante años… de forma que la dueña del reloj acabó considerando al cuco como parte           de su familia. Tanto es así, que llegó un momento en que quiso conocer al habitante de la casa un        poquito mejor.

Llamando a la puerta de la casita.

Dueña: ¿Hola? ¿Señor Cuco? ¿Está usted ahí? ¿Hola…?

No obtiene respuesta.

Dueña: Disculpe. Ya sé que no le toca salir toda.vía pero me preguntaba si… en fin, le parecerá una      tontería pero, es que llevamos años vivien.do juntos y nunca hemos hablado una palabra. Si usted        quisiera…

No obtiene respuesta.

Ella: La dueña del reloj se desanimó un poco al no obtener respuesta, pero al día siguiente volvió a        intentarlo.

Llamando de nuevo a la puerta.

Dueña: ¿Señor Cuco?, soy otra vez yo, ¿podríamos hablar un momento? No le robaré mucho tiempo.    (A punto de tirar la toalla.) Bueno, tal vez me he tomado demasiada confianza, en fin sólo      queríadecirle que tiene usted la voz más dulce y armo.niosa que jamás haya salido de un reloj… y     que…

En ese momento el cuco abre la puerta y sale.

Cuco: (Con una horrorosa voz ronca.) ¿Qué pasa?

Dueña: (Asustada.) Pero…

Cuco: ¿Es que no puede uno disfrutar de su tiem.po libre?

Dueña: (Desconcertada.) Por supuesto, señor Cuco. Siento mucho haberle molestado.

Cuco: Lo siento, lo siento… aún me quedaban vein.te minutos de descanso antes de volver a cantar. (Burlándose.) Lo siento, lo siento…

Dueña: A cantar…

Cuco: Sí, a cantar, a cantar. ¿Qué parte es la que no ha entendido?

Dueña: Pero… ¿usted es el cuco que ha cantado to.dos estos años?

Cuco: (Ralentizando la respuesta.) Sssssssssssssí.

Dueña: ¿Ssssssssssí? ¿Ssssssssseguro?

Cuco: ¿Por qué lo pregunta?

Dueña: Bueno…

Cuco: ¿Quién se lo ha dicho?

Dueña: ¿Decirme qué?

Cuco: Ha sido ese maldito reloj de péndulo envi.dioso. ¿Verdad?

Dueña: ¿Decirme qué?

Cuco: Siempre me ha tenido ganas, cuando lo aga.rre… si puedo, porque con lo que se mueve…

Dueña: ¿DECIRME QUÉ?

Cuco: ¿Qué va a ser? ¡Que hago play-back!

Dueña: ¿Qué?

Cuco: ¡Oh, oh!

Dueña: Sí. ¡Oh, oh!

Cuco: (Escondiéndose y casi susurrando.) No era de eso de lo que quería hablar.

Dueña: (Seria.) Ahora mismo me va a contar toda la verdad.

Cuco: (Remolón.) Bueno… verá.

Dueña: ¡Ahora!

Cuco: Vale, vale, vale, no me quedaba más remedio que hacer esto. Con esta voz nunca me cogían en   las entrevistas de trabajo. ¿Qué quiere que le diga? Necesitaba este empleo.

Dueña: ¿Me ha engañado todos estos años?

Cuco: Sí.

Dueña: Pero ¿Y la voz…?

Cuco: Un disco.

Dueña: ¿Y EL DISCO?

Cuco: Se lo compré a un tipo que los vendía en la calle, en el suelo…

Dueña: ¡Está bien! Es suficiente, no quiero saber nada más.

Cuco: (Sacando maletas.) Ha sido un placer traba.jar aquí estos años…

Dueña: (Empezando a reírse cada vez más fuerte.)

Cuco: Mañana a primera hora me iré.

Dueña: (A carcajada limpia.) No, por favor, ja, ja, ja, no lo haga… ja, ja, ja. Es lo mejor que he   escuchado en la vida… (Intentando recomponerse sin conseguirlo.) …quédese, ja, ja, ja, no          quiero que se marche…

Cuco: ¿Está segura?

Dueña: Nunca he estado más segura de algo. (Si.gue riéndose.) Pero a partir de ahora… cantará con su             voz. (Carcajada otra vez.)

Cuco: (Cantando.) Cuco, cuco. (Riéndose a carca.jadas.)

ESCENA 10

Él: Así fue pasando el tiempo, entre engranajes…

Ella: …tuercas…

Él: …minuteros…

Ella: …segunderos…

Él: …números…

Ella: …pero sobre todo entre historias.

Él: Cientos de historias…

Ella: …de relojes.

Él: A veces las comenzaba el señor Tic…

Ella: …y las terminaba la señora Tac.

Él: Y otras veces las comenzaba la señora Tac…

Ella: …y el señor Tic ponía el broche final.

Él: Historias como la del preciso reloj atómico.

Ella: Sí. Ni más ni menos que el premio Nobel de los relojes.

Él: O la de aquel cronómetro que llegaba tarde a todas partes.

Ella: ¿Y qué me dices de ese despertador que sonaba siempre una hora antes?

Él: Es verdad, lo recuerdo… Y también al reloj que trabajaba en Nochevieja y odiaba cumplir años.

Ella: ¿Recuerdas al cuco que cantaba canciones tirolesas?

Él: ¿Cómo no?

Ella: El señor Tic y la señora Tac fueron envejeciendo juntos.

Sra. Tac: (Viejecita.) Señor Tic, siento haberme dormido…

Sr. Tic: No, no me ha mordido, señora Tac.

Sra. Tac: Dormido, dormido… je, je. Cada vez está más sordo señor Tic.

Sr. Tic: ¿Ha cazado un tordo?

Sra. Tac: Sordo… sordo…

Sr. Tic: ¡Ah!, sordo… ¿Señora Tac?

Sra. Tac: ¿Sí, señor Tic?

Sr. Tic: Me duele hasta el último engranaje.

Sra. Tac: Es la edad…

Sr. Tic: Pues claro que es verdad.

Sra. Tac: La edad, la edad…

Sr. Tic: ¡Oh!, sí será eso.

Sra. Tac: ¿Señor Tic?

Sr. Tic: (No la oye.)

Sra. Tac: ¿Señor Tic?

Sr. Tic: (No la oye.)

Sra. Tac: ¡SEÑOR TIC!

Sr. Tic: ¿Eh?

Sra. Tac: Estoy… cansada…

Sr. Tic: Pues claro que está casada… conmigo.

Sra. Tac: Cansada, cansada.

Sr. Tic: ¡AH!... yo también.

Sra. Tac: ¿Una historia?

Sr. Tic: ¿Que si tengo memoria? ¡Mucha, ya lo sabe!

Sra. Tac: Historia, una historia…

Sr. Tic: ¡Ah!, está bien. Elija la que más le haya gus.tado de todas las que hemos compartido estos        años.

Sra. Tac: Una de amor.

Sr. Tic: ¿De terror? ¿Está segura? Mire que después no puede dormir…

Sra. Tac: De amor… una de amor.

Sr. Tic: ¡Ah! Mi romántica señora Tac. De acuer.do… hace mucho tiempo…

Sra. Tac: Pero… señor Tac.

Sr. Tic: ¿Sí?

Sra. Tac: Entera.

Sr. Tic: Ya sé que me espera… como siempre.

Sra. Tac: No, señor Tac, entera, cuénteme una his.toria entera.

Sr. Tic: Sabe que no puedo.

Sra. Tac: Inténtelo.

Sr. Tic: Tengo que marcharme… es mi trabajo.

Sra. Tac: ¡Quédese conmigo!

Sr. Tic: ¿Quiere un abrigo? ¿Tiene frío?

Sra. Tac: Quédese.

Sr. Tic: Tengo que marcharme…

Sra. Tac: ¡Nooo!

Sr. Tic: Señora Tac… agárreme fuerte… sujéte.me… no me quiero ir…

Sra. Tac: (Agarrando al señor Tic con fuerza.) Qué.dese conmigo…

Sr. Tic: Sí, señora Tac. Me quedo. Me quedo aquí.

Sra. Tac: (Mientras ambos se duermen.) Y ahora, señor Tic, cuénteme la historia de aquellas agujas que estuvieron juntas para siempre.

ESCENA 11

Otra vez a telón cerrado o abajo con el público.

Ella: Ésta no ha sido la historia de una torre.

Él: Ni de un reloj en la torre.

Ella: Ni del viejo taller de relojes que había en el reloj de esa torre.Él: Sin relojero.

Ella: No había relojero.

Él: Ni siquiera ha sido la historia de un reloj que se paró…

Ella: …por amor.

Él: No.

Ella: No.

Él: Ésta ha sido simplemente la historia del señor Tic.

Ella: Ésta ha sido la historia de la señora Tac.

Oscuro.